Núria Rial
La escuché por primera vez en una Misa de la Coronación de Mozart con la Orquesta Barroca de Sevilla. Su Agnus Dei fue entonces sencillamente mágico. La voz era de una frescura, una naturalidad y una belleza juveniles arrebatadoras. Con su aspecto de niña que habita dentro de un sueño, Núria Rial logró emocionarnos aquella noche, creándonos la ilusión de que los mundos paralelos y las arcadias existen y, aunque sea por unos minutos, resultan perfectamente habitables, sólo hay que tener la suerte de encontrarse en el momento adecuado en el sitio preciso.
Su timbre sensual me volvió a cautivar meses después en un disco junto a José Miguel Moreno con música del Renacimiento español, en la que, ¡oh, milagro!, no era necesario seguir los textos, porque se le entendía absolutamente todo.
Claros y frescos ríos
Parecía sólo cuestión de tiempo que su voz fuera imponiéndose en los centros neurálgicos de la música antigua europea. Y así se ha ido cumpliendo. Antes de cumplir los 30, Núria es ya requerida por muchos de los teatros y los directores más afamados. El año pasado cantó la Música y Euridice en un Orfeo monteverdiano del Festival de Innsbruck. René Jacobs la llamó para cantar la Barbarina de sus Bodas de Fígaro...
Le nozze di Figaro
Con su carrera internacional ya lanzada, Núria Rial encontró hueco para participar anoche junto a José Miguel Moreno y Orphénica Lyra en el Festival de Música Antigua de Sevilla. Aunque tal vez el espacio escogido para el concierto (el excesivamente grande templo de la Anunciación) no fuese el ideal, Núria no defraudó, cautivándonos con la asombrosa sencillez de su estilo, tanto en las canciones más desvergonzadas como en las más delicadas. Y en Al alva venid, de nuevo el prodigio, el encantamento, el universo paralelo en el que quedarse suspendido, la arcadia.
Al alva venid, buen amigo,
al alva venid.
Amigo el que yo más quería,
venid al alva del día.
Amigo el que yo más amaba,
venid a la luz del alva.
Venid a la luz del día,
non trayays compañía.
Como Euridice
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