Bloomsday
Ayer, presentación del Bloomsday en el Flaherty. Como este año se da la circunstancia de que coincide el centenario del día en que transcurre la acción de la novela (16 de junio de 1904), la Diputación ha conseguido implicar a otras instituciones y preparar un programa de actos más florido que las simples lecturas de otras ocasiones. Éstas se reservan, obviamente, para el 16, y ocuparán casi todo el día, pero antes habrá cinco mesas redondas y una función teatral preparada por Denis Rafter con el título de Viaje a Ítaca. Resulta ciertamente divertido (y no poco patético) ver a la diputada de cultura defender la importancia que tiene para la cultura sevillana la difusión del Ulysses, cuando el presupuesto de exposiciones está congelado, la música bajo mínimos y la línea editorial prácticamente paralizada. En fin... Entre los parlamentos, se incluye el del autor del cartel, Javier Velasco, que ha dibujado un cuerpo femenino sobre el que puede verse el trazado del plano de los autobuses de Dublín, con el ombligo como centro, y con el término "Bloomsday" grabado a fuego en un costado. Comenta que su idea parte de la presencia constante del cuerpo de la mujer en la novela. Lo cierto es que podría haber hecho lo mismo con el cuerpo de un hombre, porque lo sustancial de Ulysses no tiene relación expresa con la anatomía femenina, aunque su presencia sea recurrente desde luego, sino con las funciones corporales de cualquier ser humano.
Bloomsday
La sorpresa llega después, cuando en las copas M me comenta que el cartel ha tenido problemas en la Diputación, ya que alguna capitoste de no sé qué departamento consideraba que el dibujo suponía una ofensa a la mujer. Y es que al parecer cualquier imagen que vaya a utilizar la corporación para convocar o difundir sus actividades tiene que pasar antes una serie de controles en determinadas áreas (entre ellas, la de la Mujer, llamada de "Políticas de Igualdad"). Esta forma de censura progre, asentada en la anchísima plataforma de lo políticamente correcto (que abarca desde las cuotas que el PSOE quiere imponer por ley hasta la extrema vigilancia sobre los anuncios publicitarios o los intentos de imponer códigos restrictivos de comportamiento a la Prensa), es una de las más demoledoras y perversas que han existido nunca, ya que parte de quienes hacen ostentación de la defensa de la libertad y la igualdad como valores supremos. Valores que al parecer tienen que abrirse paso en la sociedad a través de las formas más variopintas de discriminación (que atienden a demoler obstáculos supuestamente colectivos, pero en realidad inexistentes como tales) y de la imposición rígida de unas pautas de expresión (ahí está ese ridículo lenguaje administrativo) que sujetan la libertad de los hombres a un supuesto interés superior, protector del honor y la dignidad de las más diversas colectividades. Legislar en beneficio de los individuos desfavorecidos (independientemente de su sexo, raza, religión, profesión, nacionalidad, parentesco o afición conocida) debe de ser mucho más difícil, claro.
¿He escrito "sorpresa"?
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