domingo, 23 de mayo de 2004

Eyes wide shut


Nicole Kidman Posted by Hello

Nunca sabremos qué habría hecho Kubrick con su última película si hubiera vivido para montarla, aunque sospecho que la anécdota tendría menos importancia y la mirada se dirigiría más a sondear en el sentimiento de culpa de los protagonistas. La del deseo es materia inflamable para un cineasta, pero también volátil. Kubrick tiene detrás toda una carrera marcada por ahondar en los conflictos que el fantasma del sexo (más que el sexo puro y simple) crea en los individuos, y su testamento parece dirigido, en efecto, a enfrentar y zanjar la cuestión de una vez por todas. Por eso no lo veo tan preocupado en escudriñar qué puede esconderse detrás de una secta tal vez satánica, sino más bien en los mecanismos por los cuales los sujetos producen, reprimen y dan rienda suelta a sus fantasías, y las consecuencias que el predominio de cualquiera de estas acciones provocan en su entorno. No creo que a Kubrick le interesara hacer una crítica de la alta sociedad americana, como algunos comentaron en su momento, aunque este elemento haya podido quedar destacado por el montaje. Si nos abstraemos de su elitista condición socioeconómica, la pareja que forman Cruise y Kidman funciona como el arquetipo de la familia tradicional en Occidente enfrentada al deseo o, por mejor decir, al desbordamiento emocional que produce hurgar en el deseo, el propio y el del compañero. Y aquí es donde tenemos la sensación de quedarnos un poco a medias, pues pese a la contundente expresión con que termina la cinta, uno diría que nada ha cambiado en una relación que es la que nuestra sociedad ha bendecido con el hisopo de la normalidad.

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