miércoles, 5 de mayo de 2004

Aksel Schiotz y José María Hinojosa

Escuchar a Aksel Schiotz Des Müllers Blumen basta para hacerme sentir bien. En una mañana gris como esta. Con los folios amontonados sobre la mesa. Sin rastros ya del dolor de cabeza. Mientras leo un texto absurdo de Hinojosa, la Vil Colodra Carpetovetónica, como lo llamó Lorca. Trágico destino el de los dos amigos, ambos asesinados en plena juventud, las dos Españas les helaron el corazón, a uno en el nombre de Dios, al otro en el de la revolución. Necesito ponerle rostro, a José María, olvidado casi por completo hoy. Y lo encuentro en el álbum de Cernuda. Aquí están los dos con Manuel Altolaguirre y Baltasar Peña sentados en un banco de piedra de la alameda de Ronda, José María en un extremo, mirando desafiante a la cámara, junto a un Cernuda taciturno. Y aquí en el pantano del Chorro, en Málaga. Es septiembre de 1928. El grupo aparece primero en torno a un automóvil descapotable, seguramente el Crhysler negro del propio Hinojosa (era rico y por eso lo mataron); después en una barca, José María rema, en primer plano. Su rostro es como el de tantos, ojos pequeños, cabello corto, con una raya en el lado izquierdo que parece trazada con escuadra y cartabón, labio superior ligeramente retraído, mostrando unos incisivos generosos y salientes, candidatos quizá a una periodontitis que nunca tuvo, el rostro de un joven aparentemente tímido, al que se nota feliz, despreocupado entre sus amigos.

Y sus poemas:

"NO"

Envuelto en piel de foca
encanecí en el fondo de un iglú,
mientras pasa la luna buceando
entre nubes, por llanura de témpanos,
para buscar su diluida luz.

Todos los esquimales
van a vender nanuk, bombón helado,
y cuando vuelven ebrios a sus casas,
cortan la única flor de Groenlandia
en llanos de marfil esmerilado.

Yendo de norte a sur
y andando sobre lomos de osos blancos,
descubrí el yacimiento de los hielos
y nadie más que yo sabe el secreto.

Cerrad las puertas y dejadme paso,
que mi costado herido
viene manando lágrimas de frío.


Hinojosa fue uno de los precursores e impulsores del surrealismo en España. Leo que tal vez fuese él el inspirador de la célebre imagen del ojo cortado por la navaja en El perro andaluz de Buñuel y Dalí. Y su gusto por las greguerías de Gómez de la Serna, también presente en este poema ("La luna sobre el mar es aviador y buzo").

Cuando le llegó el amor, el tono era ya otro:

"Siempre ella"

Precisamente porque estaba sola
tendida en una rama de la noche
no quise vadear el arco iris
para unir en un beso nuestras voces.

Ella guardaba dentro de sus ojos
una pareja de palomas blancas,
ella tenía dentro de sus párpados
la nieve derretida de sus lágrimas.

Esta noche de seda, cómo cruje
y se hace toda ecos, a mi paso,
ocultando en sus pliegues las palabras
que escapan sin querer de nuestros labios.

Precisamente porque estaba sola
-yo me había disuelto con el aire-
dejó volar aquel par de palomas.


Un velado erotismo que me devuelve a Aksel Schiotz. Desde que oí La bella molinera a Christoph Prégardien entendí que este ciclo de lieder funciona mucho mejor en una voz de tenor, para la que la concibió Schubert. Aquí el protagonista es todavía un joven que cree en el amor y no el desengañado y desilusionado caminante del Viaje de invierno, más adecuado por eso para las voces graves. Pero a nadie había escuchado esa intensidad de acentos, esa belleza de la línea, esa sinuosidad en las frases, esa sensualidad que se disuelve al final de cada verso para volver a crecer con el siguiente, a nadie antes de oír esta grabación que Aksel Schiotz hizo con Gerald Moore (¡cómo no!) en 1945. Tanto lirismo, tanta belleza, tanta esperanza en tiempos como aquellos...