domingo, 30 de enero de 2005

Insurgentes

 El País.es, 30-01-05. Acualizado a las 15:55Un tipo se acerca a un colegio electoral con un explosivo adosado a su cuerpo. Cuando considera que hay un número de individuos terroristamente aceptable en su torno hace estallar el explosivo. Mueren cerca de veinte personas. Y para El País es un insurgente.

Demos un salto con la imaginación en el tiempo. Vayamos a 1966. O, mejor aún, a 1947, cuando Franco ratifica en referéndum su jefatura vitalicia del Estado. Imaginemos a un miembro del Partido Comunista acercándose a un colegio electoral con un explosivo adosado a su cuerpo. Imaginemos que espera a estar rodeado por un número de individuos terroristamente aceptable en su torno. Imaginemos que hace estallar el explosivo. Mueren cerca de veinte personas. Imaginemos ahora el titular de El País.

Y recordar esta frase de Arcadi: "El énfasis sobre las causas del terrorismo es directamente proporcional a la distancia entre el lugar del terrorista y el lugar del enfático. A mayor distancia de las bombas mayor insistencia en las causas".

Sí, desde ahora, la prensa enfática.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Es una verdadera pena que El País se obceque en ese adjetivo en estas circunstancias, precisamente. Ayer me llevé una enorme alegría viendo a los iraquíes con la esperanza de poder ser libres, de poder elegir. Me encantaría haberme equivocado en todo este tema y que pudieran conseguirlo.

Un abrazo,

Er Opi.

Paolo dijo...

Y hoy titula El País en portada: "Los iraquíes desafían al terrorismo y acuden mayoritariamente a votar". No sé a qué se ha debido el cambio, pero ya era hora de que pudiera coincidir con uno de sus titulares de portada, tanto que me ha dado miedo leer el editorial. A lo mejor, esta tarde...

Anónimo dijo...

Lo acabo de leer en su página web y... no lo haga usted, si no quiere tener problemas de úlcera ;-)

Abrazos,

Er Opi.

Paolo dijo...
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Paolo dijo...

GOYA EN FALUYANo era -reconocerán- mala coincidencia esa que fijaba la entrega de los premios Goya en la fecha de las elecciones a la Asamblea Constituyente de Irak. Cuando comenzó en Madrid ese anual plagio ajoarriero de la gala de los Oscar ya habían cerrado los colegios electorales en aquel gran país árabe.

Se brindaba por tanto la magnífica ocasión a todos los asistentes, desde el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, al último actor novel, de celebrar juntos sobre el escenario, ante las tenaces cámaras de TVE y los abnegados telespectadores, esta victoria sin precedentes de la voluntad popular de un pueblo por el que tanto nos hemos preocupado aquí todos en los últimos años.

En abierto desafío a las terribles y verosímiles amenazas de muerte de las huestes de Al Zarqaui, millones de iraquíes habían hecho largas colas durante horas ante los colegios electorales.

Pese a los increíbles sufrimientos de los pasados dos años y de las previas cuatro décadas de infierno, hombres y mujeres de todas las edades, conscientes de que se jugaban la vida, acababan de convertir la jornada electoral en Irak en una enorme fiesta de dignidad y coraje como de reivindicación de sus derechos cívicos. En Basora, pero también en Bagdad y en Faluya.

Pues no, señores, en Madrid no se acordaron de los iraquíes precisamente en el día en que se jugaban la vida llenando calles y plazas en la mayor parte del país para tener unos derechos algo más parecidos a los nuestros. Pena de ocasión perdida, queridas autoridades, artistas admirados y admiradas.

Sólo hubo al parecer ocasión de recordar al gran villano en la publicidad de una marca de cerveza en la que se ridiculizaba al cine norteamericano con una parodia de un telefilme de serie B. En ella, el presentador de la gran gala del perseguido cine nacional advertía a un niño -¿pueden hacer publicidad de alcohol los niños?- de que en la sublime creación de la cinematografía española no hay sitio para memeces típicas de ese cine de origen innombrable que insisten en preferir los españoles sin talante patriota. Industria cervecera y cinematográfica, unidas en su lucha contra el mal y conscientes de su bondad infinita, mezclan Hollywood con el Washington oficial, buenas historias de cine con cambalaches de amiguetes y manías de secta ideal ella con mecanismos del mercado. Con tanto lío se les olvidó un buen brindis por el pueblo de Irak y su maravillosa y valiente reivindicación de la esperanza. ¡Otra vez será!

Es reconfortante la unanimidad entre estadistas europeos sobre la valentía de los iraquíes al ir a las urnas y demostrar así que la afamada "resistencia", especialmente dedicada a matanzas contra iraquíes, reclutas, hombres y mujeres en busca de un trabajo digno y niños en el colegio o jugando fuera de ellos, no es precisamente representativa de aquel pueblo. Puede que algunos recapaciten y piensen más en lo que es mejor para las libertades que en la batalla contra su intimo enemigo George Bush.

Véase políticos que lejos de apoyar han boicoteado este proceso electoral; medios de comunicación -aquí en España, campeones- con dificultades para soslayar su triunfalismo ante cualquier revés de las fuerzas de la coalición; y las fuerzas ideológicas que han preferido cualquier solución por trágica y amenazadora a un éxito norteamericano.

Ayer parecían ya más prudentes. Por supuesto que seguirán en sus trece aquellos que necesitan que todo empeore para tener razón a la postre. Y a los que los iraquíes les importan hoy tanto -es decir, nada- como cuando querían derribar gobiernos democráticos utilizando a la población iraquí como escudo y pretexto. Todo es susceptible de empeorar y no son pocos los que con Al Zarqaui lo desean.

Pero con un esfuerzo por presuponer buena fe y decencia a la mayoría en los dos bandos que se enfrentaron en el mundo por esta guerra, puede esperarse que tras lo sucedido el domingo, sean más los que quieran implicarse en ayudar en un proceso que es la esperanza de un futuro mejor para los millones de iraquíes que ayer se jugaron la vida y un indicio de que son muchos los árabes que quieren compartir con Europa y occidente libertad, seguridad y bienestar.

En el peor caso, estamos donde antes. En el mejor, ante una oportunidad maravillosa de que el año próximo en los Goya proceda un brindis por Irak.

[Hermann Tertsch. El País]