martes, 11 de enero de 2005

Scelsi

Pues por fin está disponible en la red el último ABC Cultural que incluye, como dije en un comentario a Catarsis, un artículo de Steffano Russomano sobre Giacinto Scelsi, quien habría cumplido el sábado pasado justo un siglo de vida. Dice así Russomano:

"Viaje al centro del sonido

Resulta curioso celebrar el centenario de un artista que renunció voluntariamente a tener una biografía. Cuando el nombre de Giacinto Scelsi empezó a circular con insistencia a finales de los años setenta en los ambientes musicales, muy poco se sabía de él. Hasta se desconocía su cara, pues el compositor se negaba a hacerse fotografiar y, si se le pedía una imagen suya, enviaba en su lugar un símbolo Zen: un círculo vacío con una línea recta abajo. Sobre su vida circulaban informaciones nebulosas y fragmentarias. Scelsi había nacido en La Spezia un 8 de enero de 1905, hace exactamente cien años, en el seno de una familia aristocrática del sur de Italia. A una primera formación académica en el Conservatorio de Roma, siguieron muchos viajes: Viena –donde estudió con Walter Klein, un alumno de Schoenberg–; Suiza –en Ginebra se familiarizó con la música de Scriabin a través de Egon Köhler– y París, donde entabló amistad con Salvador Dalí, Pierre Jean Jouve, Paul Éluard y Henri Michaux, entre otros.

A comienzos de los años cincuenta, se instaló en Roma pero sus esfuerzos por integrarse en la vida musical italiana fueron inútiles. Sus composiciones eran ignoradas cuando no rechazadas incluso en los círculos de la vanguardia por la novedad que suponían con respecto a las estéticas vigentes. Desde entonces y hasta su muerte en 1988, Scelsi condujo en su casa romana una existencia apartada y solitaria. La mayoría de sus piezas estaban aún manuscritas y sin estrenar, cuando a comienzos de los años ochenta su obra fue convirtiéndose progresivamente en objeto de culto para las nuevas generaciones de músicos, sobre todo en Francia y Alemania.

La originalidad del lenguaje de Scelsi guarda relación con un cambio radical ocurrido en su vida a mediados de los años cincuenta. Al caer en una profunda depresión, como medida curativa el compositor recurrió a una curiosa terapia: sentarse al piano y tocar siempre la misma nota. Esta escucha prolongada y obsesiva fue el punto de partida para un viaje místico en las entrañas del sonido. Scelsi descubrió entonces que el sonido es esférico, que está dotado de vida propia y tiene una naturaleza tridimensional que es posible recorrer y atravesar: «Si buceamos en el sonido, éste revela tres, cinco sonidos o más; un solo sonido se despliega en una melodía y en una armonía que conducen directamente al mundo de la espiritualidad». Las Cuatro piezas para orquesta «cada una sobre una nota», de 1959, son la emblemática expresión de semejante experiencia. Cada una de ellas describe circunferencias fantásticas alrededor del sonido, hechas de condensaciones tímbricas asombrosas y variaciones microinterválicas, capaces de explorar la energía y los recovecos de la materia sonora en sus mínimas gradaciones.

Scelsi se sentía más cercano al universo oriental que al occidental (aún no está claro cuándo y cuántas veces viajó a Asia). Sus investigaciones sobre la naturaleza microscópica del sonido poseen una mística lentitud y un recogimiento metafísico que encontramos en la música de India o Japón. A la década de los sesenta se remontan algunas de sus mejores piezas, a las que se puede incluir entre los mayores logros de la música de los últimos cincuenta años. Obras tan maravillosas como Anahit (1965) para violín y 18 instrumentos, o Yliam (1964) para coro, poseen una belleza inmaterial y atemporal, propia de una modernidad que trasciende las épocas. Tampoco hay que olvidar Pranam (1972); el Cuarto Cuarteto (1964) y la Trilogía para violonchelo (1957-1961), donde el sonido se manifiesta como una unidad dotada de múltiples capas móviles; o Knox-Om-Pax (1968), para coro y gran orquesta, que a pesar del impresionante despliegue de efectivos ofrece la impresión de una grandiosa amplificación de lo minúsculo. La divulgación del Scelsi «oriental» tampoco debe ocultar el valor de sus anteriores etapas, con un comienzo enmarcado en el Futurismo (Rotative), una fugaz adhesión al dodecafonismo (Primer Cuarteto) y la exploración durante la década de los cincuenta de la dimensión monódica de los instrumentos de viento y de cuerda a través de un virtuosismo a menudo brillante y extravertido. Es sorprendente notar cómo algunas obras del compositor italiano anticipan recursos explotados más tarde por Ligeti, Xenakis, o los espectralistas. Fruto de una mirada esotérica y visionaria, la obra de Scelsi reivindica, junto con la de otros músicos contemporáneos muy distintos de él (Takemitsu, Feldman), la cualidad más espiritual del sonido."

La lentitud. Profundizar en el sentido profundo de ese concepto en nuestras vidas, y acaso leer la novela de Kundera, que se me quedó colgada en su momento.

17 comentarios:

lukas dijo...

Hola Paolo, acabo de conocer tu blog hoy. He leído antes el otro artículo sobre Scelsi, un músico que me apasiona, y del que se han cumplido cien años de su nacimiento. Era Capricornio, que ya es algo, para quien creía bastante en estas cosas. Yo también lo soy. Scelsi no era un compositor, era un médium: aunque esto a muchos, Er Opi por ejemplo, les suena a broma, cosas de aficionados. Benditos aficionados. He tenido la suerte de escuchar sus cuartetos de cuerda por los Arditti, y fue toda una experiencia, aunque el lugar no era el más adecuado. El otro día pude escuchar el programa de Pérez de Arteaga en donde sonaron obras importantes. Me gustan los compositores y "médium" en esta onda, Takemitsu y Feldman también. Un saludo.

Paolo dijo...

Hola, Scelsi es un compositor que me interesa mucho, aunque quizá no tanto como Feldman, que es una de mis grandes debilidades. A Takemitsu lo conozco menos y aunque hay cosaas de él que me gustan, en general me parece un músico más superficial, con menor carga de profundidad que la que tienen las aparentemente lisas y estáticas obras feldmanianas.

lukas dijo...

No sé si sabes que el 16 de febrero, en el Auditorio Nacional de música de Madrid se "interpretará" el cuarteto de cuerda nº 2 de Feldman, y que dura unas cinco horas sin descanso. Trataré de ir. De Feldman, me gustan especialmente las obras finales del tipo "Rothko Chapel" o "Coptic Light", de una complejidad, como bien dices, que hay que hallarla debajo de la superficie "lisa" y monótona de su discurrir sonoro. Cada vez salen más grabaciones de él, un ejemplo es la serie que le dedica el sello Mode.

Takemitsu puede que no se tan profundo, pero tiene la habilidad de desorientarte, de des-anclarte de los férreos códigos de esta parte del mundo. Te invita a una escucha diferente. Claro que no todas sus obras son igual de valiosas, tiene cosas desechables. Me interesa su espíritu contemplativo, como de tiempo detenido.

Paolo dijo...

No, no sabía que se interpretaba el cuarteto de Feldman. Estoy imaginando a alguien que estará deseando que llegue ese día. A mí de Feldman me interesa casi todo, quizás lo que menos la música orquestal. Creo que donde Feldman se desarrolla completamente es en su música para piano (Palais de Mari, por ejemplo, me parece definitiva) y en la camerística. En cuanto a Takemitsu, la realidad es que lo conozco bastante menos, pero es cierto que también consigue esas estructuras aparentemente estáticas, pero llenas de contenido y en las que a menudo nos da la sensación de tiempo detenido, que parece que tanto nos gustan a los dos. Por cierto, he visto tu ficha, y Saariaho y Lachenmann también son compositores que me interesan mucho...

Anónimo dijo...

Hola, Lukas, me alegro de verte :)

A ver, insisto: lo de aficionado lo digo por su actitud a la hora de componer desde que entró en esa etapa mística. Pero creo que mi prejuicio no tiene nada que ver con una concepción musical como de la que se está hablando de aquí: Feldman, Saariaho, Debussy... soy un gran admirador de esos compositores. Es más: alguno de ellos se encuentran para mí en lo más alto de mi lista de compositores favoritos (Takemitsu no, no puedo con él, qué le vamos a hacer). Mi prejuicio, como ya dije (y soy consciente de lo que es tener un prejuicio), tiene que ver con otras cosas que intentaré dejar a un lado cuando vuelva a escuchar a Scelsi. Para ello ya me he hecho con sus cuartetos de cuerda, que espero escuchar con calma este fin de semana. Ya comentaré.

Lo de que era "médium", ¿lo dices metafóricamente o en serio? Y si es en serio, ¿eso te parece una cualidad en un compositor? Pregunto en serio, no pretendo ser sarcástico.

Otra cosa, ya de paso: una de las afirmaciones de Russomano me ha sorprendido, y es la de que "Sus composiciones eran ignoradas cuando no rechazadas incluso en los círculos de la vanguardia por la novedad que suponían con respecto a las estéticas vigentes". Y es que me parece un poco arriesgado decir eso y precisamente en la tierra de Luigi Russolo y un largo etc. de acompañantes de vanguardia. El mismo compositor que me hablaba de Scelsi me comentó que no era bien aceptado en determinados círculos por su condición de aristócrata, y ello pese a que al parecer hizo mucho por promover la música de muchos compositores de vanguardia. Yo apostaría (sin saber mucho sobre el tema, que no he seguido el "affaire Scelsi) que se podría añadir no el que fuera "demasiado vanguardista", como dice Russomano, sino el que no seguía la corriente dominante en aquel momento. Tiempos de "Intolleranza", casual y curiosamente.

Ya escucharé los cuartetos y comentaré con más detalle.

Abrazos,

Er Opi.

Anónimo dijo...

Ups, olvídense de lo último que he escrito, acabo de releer lo de Rusómano... ejem, ejem... aunque lo de ser aristócrata sí parece ser cierto.

Abrazos,

Er Opi.

Anónimo dijo...

Leñe, definitivamente me voy a dormir: lo de ser marginado por ser aristócrata, quiero decir :D

Abrazos,

Er Opi.

lukas dijo...

Opi, lo de que se consideraba un médium él mismo lo decía, y además, que su casa en Roma estaba precisamente en la confluencia de Oriente y Occidente. No era un compositor. Así que se supone que no tiene mucho que ver con los otros que se han mencionado. Las fuerzas, las energías, pasaban a través de él. Se ha dicho lo del secretario, no conozco bien la historia, pero sé que al final hubo problemas de autoría, era de esperar. Él llegó a ensayar en instrumentos pre-tecnológicos, para extraer todas esas sonoridades que revoloteaban en su cabeza. Decididamente, Scelsi es un caso aparte, y cómo pensar que podía figurar en el panorama musical de su tiempo.

Paolo, precisamente anoche en LNC, el programa de Radio Clásica, sonó esa obra de Feldman, "Palais de Mari", 25' de sonidos meditativos, uso inteligente y original del pedal, y con Marianne Schroeder al piano, justo ella!, que grabó también y colaboró con Scelsi. Todo está conectado.

Anónimo dijo...

Lo siento, Lukas, pero me temo que no nos vamos a entender si hablamos de que era un médium y no un compositor. Aunque eso explicaría por qué no me gusta ;-)

La comparación con los otros músicos la hacía siguiendo con la misma línea que ustedes habían marcado poco antes: la de músicos que parecen disfrutar más con la contemplación del sonido en sí, presentando objetos sonoros que "se pueden ver", estáticos, que de establecer un discurso en el que la continuidad, la dirección, es lo esencial (simplificando, claro, imagino que se me entiende).

Abrazos,

Er Opi.

Paolo dijo...

En la misma onda, hay un músico madrileño residente en Sevilla que me parece extraordinario, y además es mi amigo: César Camarero.

lukas dijo...

Bueno, César Camarero ha tenido la suerte de que le han editado un CD recientemente, escuché "Luz azul" en interpretación de Ángel Luis Castaño, sonó en LNC, y parece un compositor a seguir. A mí me gusta mucho Sánchez-Verdú, y encuentro en otros más jóvenes cierto acomodo al público, pero no sé si en este caso sería así. Jesús Rueda es otro de los que están siendo nombrados a menudo, pero tampoco me convence mucho. Bueno, a ver si nos hablas más de él, ya que lo conoces...

Paolo dijo...

Sánchez Verdú va a ser uno de los grandes, sin duda. A Rueda apenas lo conozco. Camarero es un compositor extraordinario. Escuché la primera obra suya en el Festival de Granada y me fascinó (luego él me diría que la interpretación había sido horrenda). He seguido escuchando obras suyas en directo (además del disco) y me parece un compositor de una gran personalidad, que se mueve en la onda de la concepción del sonido que puede tener un Feldman (por cierto, detesta a Lachenmann). Su problema es que no es en absoluto diplomático. Es una persona discreta, interesada por supuesto en que su música se escuche, pero que no está dispuesto a mover los codos para trepar a ninguna parte, y eso en determinados ambientes (incluido el de la música) termina por pagarse. Vive (él dice que mejor que en ninguna parte) en Sevilla, y eso se paga siempre. Somos la periferia de la periferia.

Anónimo dijo...

A César Camarero no le conozco, y tampoco he podido escuchar música suya, pero mis referencias son muy, muy buenas. Sánchez Verdú es realmente bueno, y además tiene detalles muy buenos como persona. He realizado algún curso con él y es de los pocos profesores en España que realmente se preocupan en mostrar al alumno posibilidades y que no tienen miedo de que el mismo les pueda hacer sombra.

Si Sevilla es la periferia de la periferia, no te cuento donde vivo yo... ;-)

Lo de "trepar" en el mundo de la composición es una dura realidad. Mi particular "exilio" tiene una parte importante de motivación en que no estaba interesado en el tipo de vida que parece que hay que llevar para conseguir ser programado a día de hoy en España (aunque parece que la cosa mejora, soy optimista).

En Alemania, donde estuve estudiando con Rihm, las cosas son muy diferentes en ese sentido. Aunque sigue habiendo condicionamientos del tipo "sinolehaceslapelotaatuprofelasllevasclaras", sin embargo las instituciones y las políticas de promoción y ayuda a los jóvenes compositores están mucho mejor gestionadas. De ahí tenemos mucho que aprender.

Lo que sí parece es que por fin jóvenes compositores (y músicos, en general), nuevas generaciones con formación e información actualizada comienzan a hacerse oir. Todo ésto acabará dando sus frutos, pese a quien pese. En mi tierra ya está empezando a notarse. Y mucho.

Abrazos,

Er Opi.

Paolo dijo...

En efecto, creo que la música en España vive un momento excepcionalmente bueno a casi todos los niveles, incluido el de la composición (con algunos problemas desde luego: en mi opinión, uno básico, el de la educación; otro importante, el de la falta de canales suficientes de difusión, y otro que se va solventando, el de la justa valoración y recuperación de nuestro patrimonio histórico). Quizá dentro de cien años hablen de una de edad de plata o de bronce o yo qué sé por qué metal vamos ya...

Anónimo dijo...

Precisamente las tres vías que señalas son las que estamos trabajando por aquí desde hace un tiempo, y estamos consiguiendo (ni humildemente ni nada, es así ;-)) logros muy importantes. Que los alumnos de composición de por aquí estén estrenando obras, componiendo música electroacústica o analizando a Ligeti , Sciarrino o incluso las últimas tendencias vía Saariaho, Lindberg, Adès y etc. es un éxito descomunal. Y con asistencias de público que van de las 100 a las 200 personas, lo cual es realmente apabullante si pensamos dónde estábamos hace sólo... ¡4 años!.

Pero es más, la promoción de los jóvenes intérpretes, el trabajo codo con codo a su lado, explicándoles esta música, analizándola con los compositores, haciendo presentaciones divulgativas en los conciertos con los compositores...

Y por supuesto, la recuperación, grabación y realización en concierto de las obras del patrimonio histórico. Sólo este año hemos conseguido realizar unos ocho conciertos "de recuperación" (como los llamamos).

Ah, y ni un céntimo de dinero público. Así de chulos somos ;-)

Abrazos,

Er Opi.

Anónimo dijo...

Conferencias, cursos, clases magistrales, encuentros...

Es que hemos hecho balance este sábado y no me cabe el orgullo en el pecho ;-)

Abrazos,

Er Opi.

lukas dijo...

De los compositores españoles de la "nueva generación", creo que el primero que se dejó escuchar con fuerza fue Mauricio Sotelo, que también tiene su peculiar drama con esto del estado de la música en España. Los otros casos no sé, pero eso de tenerse que ir a Alemania o Francia es todavía una realidad. Pero a pesar de todo, no cabe negar que la situación ha cambiado, y ahora puede haber músicos muy formados y con inquietudes. Lo dicho, Paolo, espero escuchar ese disco monográfico de Camarero, y seguimos hablando. Por qué no le gusta Lachenmann, por cierto?