martes, 6 de julio de 2004

Tertulias

Después del bochorno que las nubes trajeron por la tarde, la noche era tibia. Salí a pasear, como otras veces, con los auriculares. Cadena COPE. 23 horas aproximadamente. Los tertulianos comentan el discurso de Zapatero en el cierre del Congreso del PSOE. Un giro a la izquierda. Radicalismo puro. Y lo peor está por llegar. Hay quien apunta que él ya lo sabía, que cuando Zapatero salió elegido como Secretario General del Partido, adivinó, entre la suavidad de las formas, la radicalidad de su discurso de fondo. Se ponen ejemplos. La referencia que se hace a Pablo Iglesias es simple bolchevismo y lo de la Institución Libre de Enseñanza enlaza con el laicismo, que ya no es laicismo, sino anticristianismo. Anticatolicismo, matiza otro tertuliano. Al menos hay un contertulio que discrepa y quita hierro al asunto, pero el resto de comentaristas insiste. ¿Dónde se nota el anticristianismo? En las medidas tomadas: paralización de la LOCE, aborto libre, simplificación de los trámites de divorcio, matrimonio de los homosexuales… Nadie (ni el discrepante) comenta que los colegios públicos ofrecen catequesis ni que lo más probable es que se avance en la potenciación del adoctrinamiento islámico, actualmente reducido a algunos centros de las ciudades africanas (medida que, por cierto, la Concapa -Confederación Católica de Padres de Alumnos- aplaude entusiasta). Da lo mismo. La realidad no importa. En cualquier caso se trata de medidas anticatólicas. El divorcio, por ejemplo, o la equiparación de las uniones civiles homosexuales con el matrimonio. Con esas medidas, el gobierno está metiéndose a regular las costumbres, dice un contertulio, y se queda tan ancho, como si se plantease hacer el divorcio o la homosexualidad obligatorias. Y es que hay muchas personas que no están de acuerdo con esas medidas tan radicales. Ante la contundencia de este último argumento, decido cambiar.

La SER. Entrevistan a Rodríguez Ibarra, el presidente extremeño. Es una de esas entrevistas en comandita, que hacen entre todos los contertulios. Cuando me enchufo, Rodríguez Ibarra habla del modelo de estado, que ya está definido en la Constitución. Ahora se trata simplemente de hacer que funcione, y para eso hay que cambiar algunas cosas. Por ejemplo, el Tribunal Supremo, que no tiene en cuenta la situación autonómica. Diecisiete autonomías, cada una con su Tribunal Superior de Justicia. Si desaparecieran las autonomías, el TS seguiría exactamente igual, no se vería afectado en nada. Nadie le pregunta lo obvio: ¿en qué debería cambiar? Sigue con el Senado y con la financiación autonómica. Los españoles vivíamos antes en una casa grande y ahora hemos decidido mudarnos a diecisiete pisos distintos dentro del mismo edificio. Por tanto, tenemos que ponernos de acuerdo para pagar los gastos comunes y ayudar al vecino del 5º cuando pasa hambre. Esto está claro para todo el mundo, menos para el PP y para Aznar, que ha gobernado según un modelo centralista. Si no hubiesen existido las autonomías, Aznar habría gobernado exactamente lo mismo mismito. Nadie le recuerda el comentario de su compañero de partido Pedro Solbes, que reconoció sentirse sorprendido porque entre su anterior experiencia gubernamental y la actual las comunidades autónomas habían casi duplicado el porcentaje del gasto que gestionaban directamente. Que la realidad no te estropee el idilio. De modo sorprendente, el director del programa mete una cuña para expresar su creencia en la necesidad urgente de una ley contra la violencia doméstica. Y se sigue con la comisión de investigación del 11-M. Rodríguez Ibarra no era partidario de ella, pero ya que al PP sólo le interesa ensuciar la victoria socialista del 14-M, él propondría a su secretario general comparecer ante el Parlamento para explicar con pelos y señales todo lo que hicieron los socialistas aquellos tres días, y la diferencia de actitud con lo que hizo el PP refulgiría cristalina. Por ejemplo, el accidente del Yakolev, que sólo demuestra la prepotencia y el reducto fascista que sigue existiendo en el PP. Asentimiento general. Y chascarrillo futbolístico para terminar, entre risas, y sin discrepantes.

¿Y si es verdad que existe la Providencia y nos castiga por algo que hemos hecho?

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Tal vez por escuchar tertulias radiofónicas?