La Mónica
Une jeune fillette
De noble coeur
Plaisante et joliette
De grand' valeur
Contre son gré on l'a rendue nonnette
Cela point ne luy haicte
Dont vit en grand' douleur.
Un soir apres complie
Seulette était
En grand melancolie
Se tourmentait
Disant ainsi, douce Vierge Marie
Abrégez moy la vie,
Puis que mourir je doy.
Mon pauvre coeur souspire
Incessament
Aussi ma mort désire
Journellement.
Qu'à mes parens ne puis m'aider n'escrire,
Ma beautée fort empire,
Je vis en grand tourment.
Que ne m'a-t-on donée
A mon loyal amy,
Qui tant m'a désirée
Aussi l'ay-je moy luy,
Toute la nuit, m'y tiendroit embrassée
Me disant sa pensée
Et moy la mienne a luy.
A Dieu vous dy mon père,
Ma mère e mes parens,
Qui m'avez voulu faire
Nonnette en ce couvent
Ou il n'y a point de resjouissance,
Je vis en desplaisance
Je n'attens que la mort.
La mort est fort cruelle
A endurer
Combien qu'il faut par elle
Trestous passer
Encor'est plus le grand mal que j'endure,
Et la peine plus dure
Qu'il me faut supporter.
A Dieu vous dy les filles
De mon pays
Puis qu'en cett' abbaye
Me faut mourir
En attendant de mon Dieu la sentence,
Je vy en esperance
D'en avoir reconfort.
La melodía de esta canción anónima del siglo XVI se convertiría en uno de los temas preferidos de los compositores renacentistas y barrocos, que construyeron sobre ella series de variaciones, la utilizaron en innumerables ocasiones como cita o incluso llegaron a emplearla en el ámbito de la música sacra en forma de coral (como haría Bach en una de sus cantatas). Conocida como La Monica (nada que ver con el nombre de ninguna mujer, sino con la condición de monja −a su pesar− de la protagonista de la canción original), se difundiría con rapidez por toda Europa, estrechamente vinculada a su carácter melancólico y tierno. Grabada en infinidad de ocasiones, difícilmente se encontrará una versión más depurada, exquisita y elegante, sin perder por ello ni un ápice de la plena sencillez de su carácter casi popular, que la que hiciera Claire Lefilliâtre junto al grupo de Vincent Dumestre.
En un nuevo, extraordinario disco, de Guido Balestracci, la soprano Caroline Pelon interpreta unas estrofas con sonoridades acaso más opulentas, pero conservando intacto el tono dulce y triste de la canción, que se ofrece en el entorno de las fantasías que sobre ella escribió Eustache Du Caurroy. Balestracci se adentra con este nuevo trabajo en un repertorio que nunca antes había transitado, cual es el de la canción polifónica, las danzas y las fantasías de los compositores franceses de la primera mitad del siglo XVII (Henry Du Mont, Claude Le Jeune, Antoine Boesset, Pierre Guédron o el propio Eustache Du Caurroy entre los más conocidos). Como era práctica habitual también en la época, todas las canciones se ofrecen con voz solista (la muy atractiva de Pelon) y acompañamiento instrumental (las violas y los instrumentos de cuerda pulsada y de teclado de L’Amoroso). Pese al mantenimiento de su carácter polifónico, este ropaje, que aproxima la polifonía al carácter de las melodías acompañadas, resulta especialmente afín al espíritu de nuestro tiempo, tan dominado –aún− por el fenómeno pop.
Le Trésor d'Orphée
No hay comentarios:
Publicar un comentario