martes, 31 de agosto de 2004

Odio

¿Puede llegar a odiarse lo que un día se amó por encima de cualquier otra cosa?

"Acerca de mi muerte
Nada de música antes, durante, después de la incineración.
Ni siquiera una cigarra suspendida en una jaula.
Si entre los asistentes alguno llega a llorar o llega a sonarse, todos sentirán desazón y la desazón será más grande por no estar disfrazada por la música. Me disculpo ante quienes me sobrevivan por la desazón en que los habré colocado, pero prefiero esa molestia a la música.
Ningún tarabustis.
Ningún rito será observado. Ningún canto se elevará. Ninguna palabra será pronunciada. Nada de reproducción electrónica de lo que sea o de quien sea. Nada de abrazos, de gallos sofocados, de religión, de moral. Ni siquiera los gestos usuales.
Se me habrá dicho adiós si se ha callado."
(Pascal Quignard. El odio a la música)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues tu mismo te has contestado. Sí, se puede.

En este caso me imagino que la música era la herencia de sus padres, porque cuando murió el padre la abandonó.

Anónimo dijo...

Qué terrible (y soberbio, en la peor acepción de la palabra) legado testamental.
Hay quien creé poder ser dueño de su muerte, como si de la posteridad se tratara...

Y respecto a su pregunta: "¿Puede llegar a odiarse lo que un día se amó por encima de cualquier otra cosa?"; no cabe contestar más que SÍ.
Tal vez lo único que provoque un constante odio (con el correspondiente gasto de potencia que eso precisa) sea lo mismo que produjo amor. Esas dos emociones no son, ni mucho menos, polos opuestos.

Saf