martes, 15 de junio de 2004

Cultura

11 personas asistieron ayer a la mesa redonda sobre Joyce y la música. Entre esas once hay que incluir a tres personas involucradas de uno u otro modo en la organización de las jornadas, a la mujer de uno de los participantes en la charla, una azafata del teatro, un técnico de sonido y un fotógrafo, lo cual reduce la asistencia real a 5 personas. Dos ponentes venidos desde Madrid y otro desde Granada. Nombres importantes, importantísimos de la música y la literatura española actuales. Más allá de las condiciones climáticas desfavorables y de la escasa publicidad que estas jornadas han tenido, el dato es más que significativo.

Quizá estemos sustentando artificialmente una estructura cultural que está agotada, que no se sostiene por sí misma, a la que las subvenciones mantienen engañosamente a flote, ocupando en la realidad social un espacio absolutamente ficticio, que está en trance de desaparecer de manera definitiva. Cuando uno ve la media de edad de las personas que asisten a los conciertos sinfónicos o a los del reciente Festival de Música Antigua (en otro tiempo, repleto de jóvenes) se da cuenta de que algo falla... y eso que falla somos nosotros, los que tratamos de sostener unas instituciones que han perdido su poder de convocatoria y su vigencia. Jamás se me ocurrirá hacer el discurso victimista que ve en estos síntomas el declive de nuestra civilización. Vendrán otras cosas, y no tendrán por qué ser peores.

Aunque, para ser sincero, lo que más me revienta de todo es que si hubiera estado Saramago diciendo cuatro obviedades acerca de la globalización y la democracia no ya la sala de prensa, la sala de cámara del Maestranza habría estado a rebosar.

1 comentario:

Er Opi dijo...

"Quizá estemos sustentando artificialmente una estructura cultural que está agotada, que no se sostiene por sí misma, a la que las subvenciones mantienen engañosamente a flote, ocupando en la realidad social un espacio absolutamente ficticio, que está en trance de desaparecer de manera definitiva" [...] "...y eso que falla somos nosotros, los que tratamos de sostener unas instituciones que han perdido su poder de convocatoria y su vigencia."

Quizá eso siempre ha ocurrido, quizá la situación siempre haya sido esa, y darse cuenta de ello hace ver lo importante que puede ser no permitir que nunca llegue a morir... y esforzarse porque "algo" llegue "al exterior" (siempre llega). Y si muere, no se preocupe, resucitará. Siempre lo ha hecho.

Un fuerte abrazo,

Er Opi.