lunes, 27 de febrero de 2006

Islamofobia

Entre el gran ruido mediático que ha provocado la nunca bien ponderada cuestión de las caricaturas de Mahoma, son múltiples las voces que se han levantado con insistente machaconería para advertirnos de un riesgo cierto que amenaza a las sociedades occidentales: la islamofobia. Los voceros suelen ser profesores universitarios vinculados con departamentos de estudios de lengua árabe, historia árabe, política árabe o similares, que dicen estar en posesión de verdades que se escapan al común de los mortales, entre ellas la esencia auténtica del Islam, cuya imagen habría quedado prostituida y desdibujada en nuestros días por el fenómeno coyuntural del yihadismo (terrorismo internacional, en lenguaje solemne). No deja de resultar curioso que cuando estos arabistas nos ofrecen ejemplos de los grandes logros civilizatorios del mundo islámico y sus aportaciones cruciales al caudal común de la historia humana se remonten siempre al siglo XII o al XIII, sin advertir que los antiguos mesopotamios inventaron la rueda, avance extraordinario, pese a lo cual a nadie se le ocurriría hoy invocar sus modos de vida como modelo digno de imitación.

Lo cierto es que a mí las esencias de las religiones me importan mismamente un bledo, por decirlo con una palabra corta y contundente. De hecho, todas las religiones conocidas se han ido adaptando a las circunstancias históricas, sin que sus practicantes hayan sufrido más allá del natural menoscabo de legitimidad de los hiperortodoxos, reducidos de forma natural a grupúsculos sin trascendencia alguna en las comunidades de creyentes. Dicho de otro modo: una religión es aquello que sus practicantes hacen que sea, y eso es algo que cambia con el tiempo, ya lo creo que cambia. Al fin y al cabo, para las sociedades, la religión no debería suponer otra cosa que una serie de prácticas externas más o menos pintorescas, y allá cada cual con su vida interior y con su conciencia.

No me cabe la menor duda de que la Biblia resiste una lectura tan fundamentalista como la que los yihadistas hacen del Corán, y de hecho fue esa lectura, literal y extrema, la que se hizo de forma generalizada en las comunidades cristianas durante siglos; más aún, sigue siendo la que hacen hoy algunos grupos extremistas, que, por fortuna, no dejan de ser una minoría insignificante, por más que puedan llegar a protagonizar actos violentos (es muy posible que los asesinos de Oklahoma actuasen movidos en parte por concepciones de raíz religiosa). En cualquier caso, las distintas confesiones cristianas, tanto institucionalmente como a nivel individual, están perfectamente integradas en las sociedades constitucionales y democráticas de los países en los que se establecen, han asumido sus valores básicos de convivencia y aceptan y se someten a las disposiciones judiciales y a los fallos de los tribunales de justicia cuando se ven afectadas por conflictos de cualquier tipo. Es cierto que a veces (como en España) juegan la carta de un victimismo más bien pueril, exigiendo el mantenimiento de determinados privilegios (convenientemente disfrazados de derechos), que en el fondo nunca han perdido, pero esas no dejan de ser reivindicaciones legítimas, que están sujetas a las reglas democráticas y jurídicas que a todos obligan. Podemos convenir pues en que el Cristianismo dejó hace bastante de ser un obstáculo para el desarrollo de sociedades democráticas y libres.

Estoy absolutamente convencido de que las comunidades islámicas recorrerán el mismo camino que las cristianas. No sé cuánto tardarán ni cómo será ese camino, pero de pocas cosas estoy más seguro: la mayoría de los musulmanes terminará haciendo del Corán una lectura tan flexible y posibilista como los cristianos hacen hoy de la Biblia. Lamentablemente, ese momento aún no ha llegado, y en la actualidad el Islam se alza como un obstáculo formidable para el desarrollo de sociedades libres y democráticas. Argumentan quienes creen en la posibilidad de conciliación entre Islam y democracia, en la separación de Iglesia y Estado (sin la que no existe democracia) en los países musulmanes, que el fundamentalismo es un fenómeno coyuntural y que en su desarrollo la política exterior de las potencias occidentales ha jugado un papel decisivo. Puede ser, pero eso no dejaría de ser un diagnóstico de las causas, que además pone el acento de forma interesada en el carácter antioccidental del fundamentalismo islámico, obviando la base de su ideario, que no es otro que la construcción de sociedades estrictamente teocráticas, en las que la ley civil se confunda con la religiosa. Desde esos mismos sectores, se invoca a menudo la existencia de algo que llaman 'los islamistas moderados', a los que desde luego cuesta mucho trabajo escuchar (y cuando eso sucede es para oírlos explicándonos que en el fondo se trata de un problema de desencuentro, que en Occidente no entendemos que la religión supone para un musulmán algo bien distinto de lo que significa para un europeo, pero resulta que esa es una de las cosas que mejor entendemos de todas, así que lo que no acabamos de comprender es con qué motivo se nos recuerda constantemente algo tan obvio). La cruda realidad es que, aparte de Turquía, que vivió una revolución laica a principios del siglo XX, y se mueve siempre en el filo de la navaja, no existe un solo país de mayoría islámica con una democracia real, con separación clara y rotunda de Iglesia y Estado. Es más, por las razones que sean (mucho más complejas desde luego que el simplismo de culpar a los americanos y al conflicto palestino-israelí), el fundamentalismo no ha hecho sino crecer en las últimas décadas en todo el mundo islámico: los partidos fundamentalistas ganaron hace más de diez años unas elecciones en Argelia, y desde entonces han crecido sistemáticamente en todos los países africanos del Mediterráneo (de Marruecos a Egipto), un grupo terrorista de naturaleza fundamentalista acaba de ganar unas elecciones en Palestina, Irán es una estricta teocracia islamista desde hace más de 20 años, en Afganistán los fanáticos talibanes fueron desalojados del poder gracias a la intervención de fuerzas militares exteriores, en Nigeria hay zonas del país donde el código de justicia es la ley islámica, y eso por no hablar de los regímenes teocráticos de Arabia Saudí, Mauritania, Sudán o la mayoría de los emiratos del golfo. Panorama desolador. Y aun nos hablan de islamofobia.

¿Pero qué entienden por tal cosa? ¿Rechazo a los musulmanes por el hecho de serlo? No parece que esté ocurriendo nada de eso ni en Europa ni en España. Más bien al contrario, lo que se aprecia es un esfuerzo considerable por parte de las instituciones para facilitar su integración social: los Ayuntamientos ceden suelo público para la construcción de mezquitas, las fundaciones y asociaciones islámicas florecen por doquier, las ayudas no paran de llegar a los palestinos (120 millones de euros acaba de destinarles la UE, incluso antes de que Hamas forme gobierno) y los ciudadanos de religión musulmana tienen exactamente el mismo trato en materia de educación, sanidad o de ayudas sociales que el resto de los ciudadanos del país, cuando no se ven favorecidos por políticas de discriminación positiva. ¿Acaso ese rechazo al musulmán se aprecia en el comportamiento cotidiano en las calles? Pues no es lo que yo veo a simple vista, y aunque pueda haber siempre casos particulares, no parece que esa sea una tendencia generalizada de nuestra sociedad. A mí que alguien rece tres, cinco, siete o cien veces al día, mirando a La Meca o a Las Vegas, me trae absolutamente sin cuidado, por mí puede hacerlo mil veces si así lo desea, como nada me importan las costumbres gastronómicas o indumentarias, los gustos musicales o literarios o las simpatías deportivas de cada cual, y en ese sentido creo ser un sujeto bien representativo de la mayoría de los europeos. Yo lo único que le pido a los musulmanes (como a los fontaneros, los notarios o los bolivianos) es que acepten el marco jurídico de su lugar de residencia, sin exigir un trato diferente por sus creencias o su condición particular, y contribuyan a la convivencia pacífica en el marco de una sociedad abierta de ciudadanos libres e iguales. Si lo hacen así y a pesar de ello se les demostrase de forma generalizada hostilidad o rechazo, y fuera a eso a lo que algunos llaman ‘islamofobia’ (fontanerofobia, bolivianofobia), no tendría ningún problema en denunciar la existencia de un importante riesgo para la convivencia y la justicia sociales. Nadie puede ser discriminado por causa de sus creencias, su raza, su lengua o su origen. Esa lección la tenemos (en general) bien aprendida en Europa, y todas las legislaciones (tanto las nacionales como la comunitaria) son sensibles a algo para nosotros tan elemental.

Ahora bien, si a lo que llaman ‘islamofobia’, como sospecho, no es más que al rechazo que provocan entre la gran mayoría de los europeos las teocracias islámicas y sus legislaciones medievales; si a lo que llaman ‘islamofobia’ es a la reprobación de actitudes o discursos conniventes con el terrorismo fundamentalista, que pone bombas en trenes o derriba edificios con aviones de pasajeros; si a lo que llaman ‘islamofobia’ es a rechazar cualquier propuesta que suponga el retroceso del régimen de libertades por el que nos regimos en función de unos ilusorios derechos que algunos quieren convertir en privilegios; si a lo que llaman ‘islamofobia’ es a la condena rotunda de los discursos incendiarios de algunos líderes religiosos o de las pancartas del estilo que pudieron verse hace unas semanas en Londres, que reclamaban incluso más atentados masivos; si a lo que llaman ‘islamofobia’ es a no aceptar, bajo ninguna condición, la discriminación de las mujeres (incluidas las musulmanas, sobre todo, de las musulmanas, claro está) y su silenciamiento en la vida pública; si eso es la ‘islamofobia’, yo soy islamófobo. Radical y militantemente islamófobo. Y espero y confío en que la mayoría de mis conciudadanos lo sean exactamente igual que yo. En ese caso sí existe la islamofobia. Afortunadamente.

20 comentarios:

Paolo dijo...

Ya.

Roma dijo...

Sí, lo mismo: Guaaaaauuuuuu!!!
Ahhhhhhhhhhhhhhh

Dónde hay que firmar? jaja
Formidable exposición de lo que piensas sobre el asunto.
Me ha encantado. Además, estoy totalmente de acuerdo.

Hace poco encontré esta página http://www.sindioses.org/principal.html,
y estoy pegándole un vistazo.

Turulato dijo...

Sí no se grita, y proclama la verdad, no hay futuro.

Tiene usted una fantástica capacidad de raciocinio.

Y en cuanto a que los musulmanes acepten el marco jurídico "de donde sea" es tanto como esperar la cuadratura del círculo.
Axiológicamente su derecho es teocrático. No pueden aceptar otra "Fuente última de Derecho" que el Corán, por lo que por muchas interpretaciones y matizaciones que quieran, el islamismo es radical y esencialmente incompatible con nuestros sistemas jurídicos.

Y sí el Derecho establece el Pacto de Convivencia -según los pensadores del XVII y XVIII- que regula nuestra sociedad, nuestro Derecho destruye su sociedad y el suyo la nuestra.

A elegir, pues.

Portarosa dijo...

Me ha encantado la exposición, y en efecto me ha parecido estupendamente desarrollada y razonada. Y podría decir que ese discurso es impecable.

Pero no me parece que refleje la realidad.

Por eso no puedo estar de acuerdo con algunas de las cosas que dices. No creo que haya un gravísimo problema de islamofobia, ni mucho menos, así que no pretendo negar la mayor, pero sí algunos matices, pues me parece que has descrito la situación como la quieres ver tú:

No creo que cuando alguien denuncia la islamofobia se refiera al rechazo a lo que tu relacionas en tu último párrafo (me parece que ni el más zopenco te discutiría eso), y me temo que tu racional punto de vista no es el habitual entre nuestros paisanos, bastante más viscerales; yo sí veo racismo a mi alrededor (aunque no sea violento), y lo veo desde mucho antes de que hubiese terrorismo internacional, pues surgió en cuanto hubo contacto (pregúntaselo a un ceutí o a un melillense; de todos los que he conocido –lo cual no demuestra nada, lo sé- ninguno se refería a los moros sin anteponer putos, algo que ahora ya está más generalizado en toda España, empezando por donde hay más); no concibo que se hable de islamofobia sin una sola mención a la actitud europea hacia la inmigración, como si no tuviese tanta importancia como la yihad, o más; no entiendo por qué, según tú, quien pone el acento en el carácter antioccidental del fundamentalismo lo hace de forma interesada (¿es otra conspiración?, ¿una traición de los pérfidos arabistas, acaso?); no estoy de acuerdo con que digas “...por las razones que sean (...), el fundamentalismo no ha hecho sino crecer en las últimas décadas en todo el mundo islámico: (...). Panorama desolador. Y aun nos hablan de islamofobia.”, pues me parece como decir que las razones no importan, y sacar conclusiones de esa deriva como si estuviésemos ante el resultado de una libre y voluntaria decisión suya (por cierto, le digo a Turulato que lo de elegir es estupendo, cuando se puede), cuando las razones son el quid de la cuestión (y por ahí no sigo, que ya sé que hay desencuentro); y me parece, volviendo al manido asunto de si la discrepancia está en el análisis o en la percepción de la situación, que tiendes a dar una visión bastante maniqueísta de este asunto, con toda la excesiva simplificación que en mi opinión ello conlleva.

No pretendo iniciar una discusión (de verdad, aunque quisiera no podría, no tengo tiempo), ni molestarte en modo alguno.

(Por cierto, después de varios días de pensar sobre ello, creo estar de acuerdo con lo que dices en tu artículo “Holocausto”)

Un saludo.

Paolo dijo...

Portorosa,

primero, una cuestión de procedimiento: no molestas (y no es necesario que lo digas);

segundo, a lo mejor es que no he expuesto la cuestión tan bien como me hubiera gustado, pues no estoy seguro de haber sido entendido. El rechazo al 'diferente' es algo consustancial al ser humano, hasta el punto de que es necesario recurrir a la educación para eliminar o mitigar esa tendencia. Hoy día, en Europa ese rechazo no suele ser racista (aunque puede haber casos, claro, quién lo niega), sino a causa de la condición económica y social. A la gente no le molesta el color de la piel de los gitanos, sino que le pongan la chabola al lado de su casa o le suban el burro al cuarto piso. De igual forma, la gente (la inmensa mayoría de la gente) no rechaza al musulmán por el hecho de serlo (aquí habría mucho que aprender de los EEUU, con una nutridísima población de musulmanes 'americanos', que no parecen provocar problemas específicos), sino porque pretenden que seamos nosotros los que nos adaptemos a ellos (entre las pancartas de Londres, aquella de "Europa es el cáncer; el Islam es la solución" me dejó especialmente preocupado). Para mí (y quiero pensar que para muchos), el Islam hoy día es pura barbarie, y en ese sentido siento una profundísima fobia por el Islam, sí (no entiendo donde está el escándalo: a todo el mundo le parecería normal que yo confesara mi fobia al fascismo), y en la medida en que los musulmanes asentados en Europa traten de imponer las concepciones sociales, jurídicas y sociales del Islam me tendrán enfrente, igual que los fascistas o los stalinistas, nada más. El discurso oficial de los arabistas de los que hablo es que hay que distinguir entre la esencia del Islam y la realidad coyuntural del Islam, y que no podemos condenar aquella por esta. Y yo no estoy de acuerdo con esa distinción. La visión más moderada hoy día del Islam me parece por completo inaceptable para mí y para mis hijas. Así que mientras los musulmanes se dediquen a sus rezos, sus limosnas, sus peregrinaciones anuales, sus corderos y sus ramadanes, bien. En el momento en que pretendan casarse sin descubrir el rostro de la novia, impedir que las niñas vayan a clase de gimnasia, rechazar el ser atendidos por una mujer o lapidar a las adúlteras, mal, muy mal;

y tercero, no es una cuestión de causas, en absoluto. Y cuando digo que se pone el acento de forma interesada en el carácter antioccidental del fundamentalismo, es porque con esa visión se pretende desviar la atención de lo sustancial. Pareciera que en el momento en que la política occidental fuera otra, el problema desaparecería, y eso es rigurosamente falso. El terrorismo internacional (deleznable eufemismo) es sólo un problema añadido a la concepción teocrática de la sociedad que tienen estos bárbaros.

Portarosa dijo...

Bueno, gracias por la aclaración. Sabes que no en todos sitios es así.

De nuevo, estoy de acuerdo con tu párrafo central. Y supongo que apenas habrá nadie que no lo esté; eso sería como decir que nuestra opción es igual de buena, o de mala, que la suya, y yo eso no lo creo.

Pero sigue habiendo algo que no me cuadra (esto no sé si es una expresión gallega), y es que esa "elección" es, precisamente, tan obvia, que no creo que refleje el verdadero estado de ese problema. No creo que las acusaciones de islamofobia se refieran, en general, a que alguien defienda lo que tú. Creo que los casos de islamofobia que hay no están relacionados en absoluto con libertades, con teocracias, ni con derechos, de verdad, sino que son una cuestión económica (por eso me parece obligado referirse a la inmigración y al rechazo que provoca), racial, de lo bonito contra lo feo, de lo normal contra lo raro, etc.; de hecho, lo veo como un problema más cercano al racismo que a aspectos religiosos o ideológicos, sin duda. Y creo que el terrorismo sólo lo ha acrecentado, pero no originado. Creo que la islamofobia no se explica tan racionalmente como tú lo has hecho (de hecho, creo que un islamófobo de pro sería incapaz de dar ninguna de esas razones, pero bueno), y por tanto que no es cierto que alguien esté acusando a alguien de decir cosas como las de tu texto.

Por otro lado, las causas (¡ay, las causas!) sí me parecen importantes. No comparto en absoluto la idea de que la violencia surja de su concepción teocrática, ni nada parecido; creo que la violencia es el resultado de una hábil utilización de la religión, por parte de una elite dominante déspota, ambiciosa y sin escrúpulos (y que cuenta con el apoyo de los occidentales que, a su vez, los utilizan a ellos), posible gracias a las condiciones de atraso cultural y material en que esas poblaciones se encuentran. Ya sé que no coincidimos en esto, pero debo decirlo, porque me parece fundamental dejar claro si el terrorismo se le achaca al Islam o a otros factores.

Más, abundando en esas sensaciones que no me permiten suscribir tu artículo: si hablo de maniqueísmo es porque me da la sensación de que ves perfectamente clara la línea divisoria entre los buenos (nosotros) y los malos (ellos); y yo no estoy tan de acuerdo. Y también porque creo que tu discurso sólo conduce, en el mejor de los casos (y antes expresiones como ésta yo no puedo evitar repetir que no pretendo ser descortés), a señalar un fallo y a decir que lo rechazamos; y yo creo que eso es insuficiente, creo, como ya sabes por otras conversaciones, que, culpas aparte (aunque influyen, para mí influyen), uno debe intentar ver por qué ocurre lo que ocurre, y cómo se puede mejorar. Creo que esto último es visto por algunos como demagogia, o tibieza, o cesión; creo que tú lo ves así; pero no comparto esa opinión. Como ya he dicho, creo que uno, aun dejando claro qué considera irrenunciable, debe optar entre plantar su escudo y esperar el encontronazo, por un lado, y tratar de que no haya choque, por otro.

En fin, siempre volvemos a lo mismo, y me temo que no tengo el ánimo suficiente para explicar bien mi postura, y que por escrito nunca llegaremos a coincidir. En persona seguramente tampoco, pero estoy convencido de que nos resultaría más fácil ver que los desencuentros abultan poco comparados con los acuerdos.

Un saludo.

Paolo dijo...

La cuestión de las caricaturas ha generado una amplia polémica doctrinal. Como me resulta imposible de creer que quienes hablan de 'islamofobia' se estén refiriendo a que ellos han comprobado en la realidad el rechazo de una parte significativa de la población a los musulmanes por el hecho de serlo, sólo puedo pensar que ellos identifican la 'islamofobia' con un discurso que no es demasiado distinto del mío, y que hoy por hoy considera al Islam como una opción de vida inaceptable para Occidente. Eso es todo.

Portarosa dijo...

Ya.
Bueno, pues no lo vemos igual.

Turulato dijo...

"Portorrosa", he leido el diálogo entre usted y "Paolo" antes de escribir nada.
He creido siempre que se aprende mucho escuchando, quizá más que hablando, y eso es precisamente lo que he hecho en esta ocasión.

Creo que las ideas de "Paolo" son más reales, aunque no me atrevo a decir que las suyas estén equivocadas.
¿Matices?. Muchos, en las de ambos. Pero no merece la pena. Hay "puntos" en los que, más que seguir exprimiendo la razón, conviene vivir y ver..
Sólo el tiempo determinará cuanto de lo aquí escrito ha sido fundamento del futuro y cuanto se quedó en mera posibilidad, en teoría.

Elegir.. Menos el nacer, y un poquito más, la vida humana es tanto más humana cuanto más elige quien la vive.
Vivir es una sucesión de elecciones. Quien pretende eludir decantarse por algo pierde el control de diseñar lo que es como individuo.
Y se necesita valor, pues en toda elección eliminamos siempre las opciones que concurrían como posibles. Y nos vemos obligados a hacerlo sin certeza de cual resultaría mejor para nosotros. Y nunca sabremos que habría ocurrido sí en lugar de..
Vivir es sumergirse en el azar y es indiferente lo que opinemos sobre ello.
Es cierto que existen vidas de una dureza terrible, en las que las posibilidades de optar por algo que no sea seguir vivo son escasísimas.
Pero cuando me decanto porque hay que elegir no pido imposibles; no creo en héroes ní en mártires, excepto algunas excepciones que confirman la regla.
Sólo pido que quien pueda elegir, que elija; dentro de sus posibilidades y circunstancias, pero que opte por lo que crea y le convenza.

Desprecio, pues, a quien pudiendo se acomoda, a quien estando convencido de algo elude el compromiso porque le supone mayor beneficio.

Ustedes dos han puesto sus ideas sobre la mesa; ambos creen en ellas; han razonado, dialogando, intentando tanto convencer como aprender del otro.
Me atrevería a apostar que la parte que se cumpla de todo lo expuesto tendrá poco que ver con la razón y mucho con el azar.
Y el azar, a mi modo de ver, no deja de ser el resultado de una matriz complejísima formada por millones de elecciones.

Portarosa dijo...

Hola, Turulato.
Si hice el comentario que hice sobre las elecciones, fue porque usted “daba a elegir” entre nuestra forma de sociedad y la suya, y yo estoy realmente convencido de dos cosas: la población de los países musulmanes, en ese tema (no en otros que usted menciona en su último comentario), tiene aun menos capacidad de decisión que nosotros (que tampoco creo que tengamos mucha), mucha menos; esa población, si pudiera (y poder implica primero saber en qué consiste cada opción), también elegiría la nuestra. Por eso, porque era una propuesta solamente válida (y con matices, creo yo) para los individuos de este lado me parecía un comentario con poco sentido (con perdón).

Por lo demás, estoy muy de acuerdo con usted. Si me permite el auto-bombo, y sólo con el fin de mostrarle hasta qué punto ha dicho cosas que yo suelo decir, le pediré que lea esto: http://unhombresentadoenunasilla.blogspot.com/2005/08/el-sentido-de-la-vida-o-la-utilidad.html

Gracias por su respuesta, y un saludo.

Luis Caboblanco dijo...

Muy de acuerdo en practicamente todo lo dicho, excepto quizás en eso de que los países islámicos tarde o temprano recorreran el camino para desligar la creencia religiosa de el fenómeno político. Eso, hoy por hoy, lo veo poco probable; Más bien diría que vamos en dirección contraria.

En cualquier caso, Europa occidental tiende a caer presa del victimismo musulmán cada vez que tiene que aceptar y/o integrar determinados comportamientos en su marco jurídico o social propio. Es curioso el respeto que los dirigentes políticos a todos los niveles tienden a mostrar a la minoria musulmana a la menor ocasión, casi pidiendo perdón antes de hacer o deshacer. Esto es una estupidez; una cosa es integrar una cultura muy diferente a la nuestra para favorecer la convivencia y otra muy distinta, hacer tabla rasa a la hora de pasar por encima comportamientos de esta comunidad que tienen difícil casación con nuestro ordenamiento jurídico. Las famosas caricaturas, más allá de la oportunidad del momento de su publicación, no dejan de ser un legítimo ejercicio de la libertad de expresión, es decir, la confirmación de que en Europa se puede hacer todo lo que las leyes no prohiban expresamente... nuestras leyes. Luego, en cada casa, que cada uno adore a Dios, Alá, una mujer con ocho brazos o al tetrabrick de la leche si eso le da paz interior o le pone más cerca de su presunta salvación.

Turulato dijo...

Hace años me preguntaron que opinaba sobre mi ministro, pues estaba recién nombrado.

Contesté lo que verdaderamente sentía; que el ministro me quedaba lejísimos..

Cuando escribí que las personas tenían que elegir, no estaba pensando -Portorosa- en civilizaciones, religiones o ideologías, sino en aspectos sencillos, de la vida diaria.

Así, sí se plantea en el colegio al que asisten los niños que ciertas chicas musulmanas no asistan a clase de gimnasia porque no pueden vestirse deportivamente..
Así, sí se plantea que no puede publicarse en mi periódico una noticia porque puede ofender las creencias de...
Así, sí el médico que iba a atender a una mujer enferma no ha podido hacerlo porque era hombre...
Así, sí no se permite una transfusión que puede salvar la vida del paciente..
Así, sí un anestesista opone "objeción de conciencia" a su designación para suministrar la dosis precisa a un condenado a la pena capital...
Asi..
Asi..

Como ve, he dado ejemplos, ya ocurridos, correspondientes a creencias heterogéneas.

Elegir una civilización es, quizá, imposible, porque al igual que en una guerra civil, en la mayor parte de los casos, la civilización y el bando beligerante te eligen, te guste o no.

Pero en el acontecer diario, creo que si es posible elegir entre aspectos de una civilización, de una sociedad, de una religión, de una idea, de...

En cuanto al marco social donde se ejerce la elección, es cierto que hay pocos donde prime la libertad, nunca total, y que la mayoria pone trabas, que, en algún caso, casi imposibilitan aquel ejercicio.

Pero si se renuncia, como mínimo, al intento.. La Historia está llena de pequeñas elecciones, durante siglos, que han transformado la sociedad; nos han permitido pasar de las monarquías absolutas a los regímenes representativos, del Catecismo Trentino al Catecismo Holandés, de..

Creo, de verdad, que se puede elegir; no cada día, no en todo a cada paso, pero sí se puede ejercer nuestra opción bastantes veces a lo largo de la vida.

Y ahí esta otro problema. El determinismo implicito en ciertas creencias. Pero me he extendido demasiado.

Le agradezco su tono; no es necesaria disculpa alguna. Cuando álguien discrepa de lo que digo, manteniendo la cortesía y aportando razones, la oposición es un halago.
Usted ha tenido la deferencia de tenerme en cuenta, de reparar en mi manera de pensar. Que no esté de acuerdo conmigo sólo afecta a mis ideas, no a mis sentimientos.
Gracias pues por lo que considero una muestra de afecto.

Paolo dijo...

Lo verdaderamente novedoso de la civilización alumbrada con la revolución científica del siglo XVII en Occidente es su talante universalista: las manzanas caen igual en Arabia que en tierra de infieles, y un avión se mueve regido por las mismas fuerzas físicas en Omán que en China o que en la Polinesia. Dicho de otro modo: aquí cabe todo el mundo. Olvidan a menudo los relativistas que con tanta comprensión por el modo de vida de otras civilizaciones (dudo de la validez del sustantivo), se abandonan a su suerte a miles de individuos que desean por encima de cualquier cosa tener la libertad de la que nosotros gozamos. Muchos llegan a pagarlo con la vida. La inmensa mayoría con el sufrimiento callado y la resignación.

Portarosa dijo...

Insisto, Turulato, en que comparto muchas de sus observaciones (puede comprobarlo si le apetece, donde le dije).

Y sí el Derecho establece el Pacto de Convivencia -según los pensadores del XVII y XVIII- que regula nuestra sociedad, nuestro Derecho destruye su sociedad y el suyo la nuestra.
A elegir, pues.

Yo me refería a esto cuando le dije que lo de elegir es, para muchos, más que relativo.

Y hablando de relativos y relativismo, y aunque quizá sobre la aclaración, no me resisto a repetir una vez más que yo no soy relativista en absoluto, al menos en lo que a la comparación sociedad islamista/sociedad “occidental” se refiere. Por eso precisamente defiendo (todas y cada una de las veces que he escrito sobre eso en mi modesto blog, que ya sé que no es mucho) que nos involucremos en la de ellos, para no abandonarlos a su suerte. La alternativa (defendida por otros, y con buenas razones) es dejar que ellos salgan de eso, que evolucionen solos, pasando por lo que nosotros ya dejamos atrás (hay quien sostiene que ese camino no podemos andarlo por ellos, ni siquiera darles un empujón); pero esta opción tiene, en mi opinión, una gran pega hoy en día: que ya no los podemos mantener alejados, que ya estamos todos mezclados, como nunca antes, y que sus problemas son, como estamos comprobando a diario, también nuestros.

Gracias por sus palabras, Turulato (es curioso tratar de usted a alguien con ese nombre).

Turulato dijo...

"Portorosa" sí lo prefieres..
El tratamiento es simplemente una muestra de respeto hacia tí, aunque hay quien pueda sentirlo como una barrera o como una manera de marcar distancias.

"Turulato" está turulato. Y eligió ese nombre hace ya tiempo, cuando quiso estar en otras páginas interneteras donde lo que leía le transmudaba "la color".

Y, ¿sabes?, no está mal que me tomen en serio el nombre y a "pitorreo" las ideas.
Es una manera de que otros se acostumbren a respetar a álguien con una imagen "chocante", por el mero hecho de ser y con independencia del quien; y es también una manera de que yo me "baje los humos", ofeciendo muy poco "a primera vista" y teniendo que esforzarme en dar razones e ideas para hacerme notar.

¡Me encanta la tertulia!. Porque más tarde o más temprano se encuentran "puntos de encuentro".
Por lo menos yo los he encontrado en tus últimas palabras.
Estoy totalmente de acuerdo con la necesidad de involucrarse de tu último comentario; y con el contenido del mismo, de forma general.

El último secretario que tuve es rifeño y musulmán. Hemos convivido durante varios años. De él he aprendido aquello que el estudio del Derecho y la Historia Islámica nunca me han podido dar, el calor de la existencia.
Siendo de familia noble, su destino socioeconómico era ser pastor de cabras y vivir casi sin expectativas de progreso material.

Un día, recibimos a una misión de Arabia Saudita. A media tarde, en medio de la reunión, excepto sus dos máximos representantes, nos "dejaron con la palabra en la boca" y se fueron a un jardín inmediato a rezar. Les acompañamos. Un espectáculo.
Mi secretario "se subía por las paredes"; "estos no son creyentes", "histriones", "fanáticos", "..y en su tierra tratan a los demás creyentes como esclavos..", "¿han venido a negociar o a imponer?","ellos, los perfectos, y los demás engendros..",...

Aquel día me reafirmé en que había que elegir. Entre el islamismo de Mohamed y el fanatismo de.. (Todos con unos relojes de oro macizo que te..)

Portarosa dijo...

Me alegro de los acuerdos, Turulato.
Por eso último que dices le decía yo a Paolo que lo de la islamofobia tiene mucho que ver con un racismo más, de los de toda la vida, y por tanto con la pobreza y lo que molesta, y por tanto con la inmigración; porque los de los relojes de oro llevan décadas viniendo a España, y han sido bienvenidos aunque trajeran sus huríes semiesclavas detrás y se supiese que eran tiranos intransigentes en su tierra.

Para defender nuestra libertad hay que ayudar a la gente como tu secretario a librarse de esos otros, a ser capaces de organizarse mejor, a ser más libres; y no levantar un escudo. Eso sí es defender la libertad, en mi opinión, mucho más que todo esto último que hemos visto, y que tan hipócrita me pareció (pero no quiero seguir por ahí, que ya quedé agotado en mi blog).

Un abrazo.

Paolo dijo...

CONTRA EL ISLAMISMO


«Después de haber vencido al fascismo, al nazismo, al estalinismo, el mundo se enfrenta a una nueva amenaza totalitaria mundial: el islamismo.

Nosotros, escritores, periodistas e intelectuales convocamos a la resistencia al totalitarismo religioso y a la promoción de la libertad, la igualdad de oportunidades y los valores seculares para todos.

Eventos recientes, ocurridos tras la publicación de dibujos de Mahoma en varios periódicos europeos, han revelado la necesidad de librar una lucha por los valores universales, que no se librará con las armas, sino en el campo de las ideas. No se trata de una lucha entre culturas o una oposición Occidente-Oriente, sino de un combate mundial que ubica a los demócratas contra los teócratas.

Como todos los totalitarismos, el islamismo se alimenta de miedos y frustraciones. Los predicadores del odio apuestan por esos sentimientos para formar sus batallones destinados a imponer un mundo liberticida y desigual. Pero nada, ni siquiera la desesperación, justifica la elección del oscurantismo, el totalitarismo y el odio. Es islamismo es una ideología reaccionara que asesina la igualdad, la libertad y el secularismo allí donde está presente. Su éxito sólo puede llevar a un mundo de dominación: la dominación de la mujer por parte del hombre y la dominación de todos por parte de los islamistas. Para contrarrestarlo, debemos garantizar derechos universales a los oprimidos y discriminados.

Rechazamos el "relativismo cultural", que consiste en aceptar que los hombres y mujeres de cultura musulmana deben ser privados del derecho a la igualdad, la libertad y los valores seculares en el nombre del respeto por culturas y tradiciones. Rechazamos renunciar a nuestro espíritu crítico por miedo a ser acusados de "islamofobia", un concepto desafortunado que confunde la crítica del Islam como religión con la estigmatización de sus creyentes.

Rogamos por la universalidad de la libertad de expresión, para que el espíritu crítico pueda ejercitarse en todos los continentes, contra todos los abusos y contra todos los dogmas.
Apelamos a los demócratas y a los espíritus libres de todos los países para que nuestro siglo sea un siglo ilustrado, no oscurantista.»


Ayaan Hirsi Ali, diputada holandesa que escribió con Theo Van Gogh el documental por el que lo asesinaron.
Chahla Chafiq, escritora iraní exiliada en Francia.
Caroline Fourest, ensayista y autora de un libro contra Tariq Ramadan.
Bernard-Henri Lévy, filósofo francés.
Irshad Manji, periodista canadiense autora de "Mis dilemas con el Islam".
Mehdi Mozaffari, profesor iraní exiliado en Dinamarca.
Maryam Namazie, escritora y productora de televisión.
Taslima Nasreen, doctora nacida en Bangladesh perseguida por apostasía
Salman Rushdie, novelista condenado a muerte por Jomeini por "Los versos satánicos"
Antoine Sfeir, cristiano libanés que vive en Francia
Philippe Val, director de Charlie Hebdo
Ibn Warraq, autor de "Por qué no soy musulmán".

... y Paolo, autor de este blog.

Anónimo dijo...

Aprovecho que iba a pasar a felicitarte por el tour de force para dejar también mi firma al pie.

Anónimo dijo...

Cuando el Islam logre mantenerse como verdad personal subordinada a las verdades universales (como ha llegado a ser el catolicismo para amplios sectores), entonces podrá ser aceptado por Occidente. Que eso vaya a ocurrir o no, está por ver. Se puede sospechar, haciendo aventuradas analogías con otros lugares y otras épocas, que eso pase por la aparición de "clases medias" en los países islámicos...

Portarosa dijo...

Y yo, yo también lo suscribo. Hay que librar y ganar esa batalla.

Sólo espero que nadie se crea que eso se consigue dibujando y reproduciendo, sacando pecho, unas caricaturas que los otros consideran un insulto, mientras el resto de sus vidas miran hacia otro lado y piensan que allá esos energúmenos y sus problemas.

Me parece el colmo del cinismo.