Perros
Ya que Saf ha traído el nombre de Juan Ramón, me gustaría recordar el enorme ascendiente que el poeta de Moguer tuvo sobre todos los escritores (y artistas en general) vinculados de uno u otro modo al 27, para quienes era un verdadero padre artístico. Hipocondríaco y bastante mezquino, Rafael Cansinos Assens lo retrata a la perfección, tanto en las anécdotas que cuenta en sus imprescindibles y magistrales Memorias, como en el retrato que nos pinta en su obra crítica. Escribe Cansinos: "Juan Ramón Jiménez es una esencia virginal. Su rareza está toda en el espíritu, en esa finísima voz no tenida hasta entonces por nadie, en esa mística pureza por la cual le atribuimos mentalmente vestes blancas y le identificamos con la poesía misma. Cuando viene a Madrid y vamos a verle, los domingos, en mística romería, Villaespesa, los Machado, Ortiz de Pinedo y algún otro olvidado, a aquel Sanatorio del Rosario, blanco y florido, donde él sueña tras los cristales de su ventana sobre el jardín, nos sentimos intimidados en su presencia. La voz atronadora de Villaespesa se hace aquí apagada; y nosotros procuramos sentarnos sin ruido en los nobles asientos. Juan Ramón es quieto y frío como una sombra, impasible hasta cuando nos muestra el retrato de Verlaine. Y pulcro como un mármol. Lleva ya la barbilla faunesca a lo Rubén, viste de obscuro, con la elegancia de un dandy, y es como un Musset juvenil, pálido y fino, el Musset galante de las cenas de Tortoni y los bailes en la Ópera. Todo es pulcro en él y a su alrededor. Todo, hasta las cuartillas que nos muestra, de un noble papel rígido, en que él escribe sus versos con una fina letra vertical, cuyos rasgos no olvidará Ortiz de Pinedo, ni tampoco la firma, con una simple raya por toda rúbrica. Algo nos defrauda en esta entrevista, como siempre que creemos encontrar un alma y hallamos también un cuerpo. Esta vez es la impasibilidad del que creíamos encontrar deshecho en lágrimas; la fría corrección mundana del hermano de la luna y la ligera ironía de esa sonrisa que nos descubre dientes blancos, cuando el poeta habla de algún pobre colega menos dotado de gracia sutil".
Esta admiración, que en Cansinos se trufa también de decepción, es la misma que sintieron todos los poetas de principios de siglo por JRJ. Pero, como Freud nos ha enseñado, si uno quiere crecer tiene que liquidar a su padre. Y eso hicieron, uno por uno, todos ellos. La ruptura con Juan Ramón fue un paso casi imprescindible para todos y cada uno de los miembros de una generación irrepetible. Aunque bien es cierto que en algunos casos el asesinato del padre fue cruel hasta lo psicopático:
"Sr. Dn. Juan Ramón Jiménez
Madrid
Nuestro distinguido amigo: Nos vemos en el deber de decirle -sí, desinteresadamente- que su obra nos repugna profundamente por inmoral, por histérica, por cadavérica, por arbitraria.
Especialmente:
¡¡MERDE!!
para su Platero y yo, para su fácil y mal intencionado Platero y yo, el burro menos burro, el burro más odioso con que nos hemos tropezado.
Y para V., para su funesta actuación, también:
¡¡¡¡MIERDA!!!!
Sinceramente.
Luis Buñuel y Salvador Dalí".
5 comentarios:
Vaya con Buñuel y Dalí... De Dalí me lo esperaba, pero de Buñuel... Será que no le conozco (no) tan "bien"...
A JRJ lo adoraba mi profesor de Lengua de la EGB (mi favorito entre todos y cualesquiera profesores que haya tenido nunca), aunque nunca consiguió que yo sintiera especial predilección por aquel burrito Platero que leímos sin descanso de principio a fin. Tampoco por Jiménez a quien, sin embargo, nunca hubiera considerado mezquino. Vaya, que aquí estoy conociendo la faceta más "humana" (en toda la extensión de la palabra) de algunos literatos... Aunque la mezquindad me parece más propia de ciertos reptiles que de cualquier ser calificable de humano.
Completamente de acuerdo con la frase de Freud. Diría mejor: 'Desgraciadamente' de acuerdo, pues qué difícil es... Sólo esa frase ya merece post aparte.
Un saludo,
Liv.
Ah, y... No me resisto a recordarte aquí, a modo de anécdota, la especial predilección que JRJ sentía por la letra "jota", y cómo le gustaba transgredir la lengua utilizándola sin descanso allí donde hubiera ido una "g"... Recuerdo que esto sí me llamó especialmente la atención cuando era una niña y, ahora que lo pienso, seguramente constituya el primer caso de 'transgresión' literaria del que haya oído hablar en mi vida (los dadaístas llegaron después).
Liv.
Transgresión... Linguística, quise decir :s
Liv.
Juan Ramón fue un poeta magnífico, uno de los grandes de la literatura española sin duda, pero era egoísta como él solo (y sí, bastante mezquino, suele ir unido siempre, claro).
Y envidioso (para desgracia únicamente suya), si me permiten.
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