viernes, 30 de junio de 2006

Legitimidad

Dice Jesús que nuestros desacuerdos se deben a una forma distinta de interpretar la realidad. Yo siento no ser tan optimista, pero creo que no se trata de algo que tenga ver con la mera interpretación de la realidad, sino con una cuestión mucho más profunda, una cuestión de principios, que tiene que ver con la manera en que entendemos la legitimidad en el ejercicio del poder. Tengo la impresión de que muchos piensan que como la democracia es un sistema de mayorías, el poder queda automáticamente legitimado si actúa de acuerdo con una mayoría cualificada. Y no, una democracia no es eso. No es eso, porque en una democracia el juego de las mayorías y de las minorías no funciona en el vacío. En la práctica, se asienta siempre en unos principios que ningún gobernante puede romper, por muy grande que sea la mayoría que le respalde. Porque si esos principios se rompen, el poder queda automáticamente deslegitimado y, por el camino de la demagogia, la democracia deviene tiranía. De esto advirtieron hace más de 2000 años los filósofos griegos, y en los últimos años nos lo repiten machaconamente desde las páginas de los periódicos pensadores como Fernando Savater o Aurelio Arteta. Si mañana una mayoría de ciudadanos de Andorra decide que los protestantes mayores de 30 años no pueden votar en las elecciones, esa será una medida antidemocrática por muy numerosos que sean quienes la respalden. Parece claro.

¿Y cuáles son esos principios a los que me refiero? Hay uno básico. El de soberanía. Toda democracia se constituye y se asienta sobre un sujeto soberano, la nación, entendida como el conjunto de ciudadanos que, por razones históricas, forman una comunidad política y deciden dotarse de un régimen democrático a través de un sistema legislativo que parte de una declaración básica de principios, eso que se llama Constitución. Todos los poderes del régimen democrático quedan así vinculados al sujeto soberano y a las leyes constitucionales, que no pueden aplicarse en función de la conveniencia de los gobernantes sin que aquel que lo haga quede automáticamente deslegitimado, porque aquellos que ejercen el poder no lo hacen sobre el vacío, sino sobre el mandato y las reglas del juego establecidas en la Constitución. ¿Eso significa que las leyes y la Constitución no pueden cambiarse? No, en absoluto. Todos los regímenes democráticos contemplan la posibilidad de la reforma de sus constituciones, pero, por razones obvias, todas determinan que para variar aspectos que afectan directamente a la soberanía se requieren unas condiciones muy especiales y, por supuesto, la consulta directa al conjunto de ciudadanos, que son los que sustentan la soberanía. De no hacerlo así, un gobernante pasaría de ejercer el poder a detentarlo, es decir, a ocuparlo ilegítimamente, ya que se atribuiría facultades que no está autorizado a usar, y esto independientemente de las mayorías que tenga detrás. Dicho de otro modo, si en las próximas elecciones legislativas Zapatero obtuviese el 100% de los votos, eso no lo legitimaría para cambiar la Constitución saltándose los procedimientos de reforma previstos en ella.

Y aquí enlazo con la actualidad y el tema de fondo. Y lo hago para declarar que un Gobierno no puede negociar absolutamente nada con una banda de delincuentes porque no está legitimado para ello. Por muchos apoyos parlamentarios que pueda conseguir, el mandato constitucional que recibe un partido que gana unas elecciones no incluye el de saltarse las leyes, y negociar lo que sea con quien se dedica a chantajear a la comunidad política que ostenta la soberanía constituye una flagrante ruptura del espíritu de las leyes. Para acabar con el terrorismo no hay atajos. Ninguno. Ni el GAL ni la negociación. Si se acepta lo contrario, yo propongo acabar con la mafia rusa pasándole una pensión a cada uno de los capos asentados en la Costa del Sol. Los mafiosos matan por dinero; démosles dinero y habremos terminado con el problema.

Si el Gobierno no puede negociar sin deslegitimarse, ¿qué puede hacer si hay un grupo terrorista que le anuncia que quiere dejar las armas? Pues atender ese anuncio, lógicamente. No hacerlo sería desde luego una irresponsabilidad. Ya lo escribí otra vez. Si hay un tipo subido a una cornisa con la pistola con la que acaba de matar al amante de su mujer en la mano y dice que quiere entregarse, yo le mando a la policía (y a los bomberos, para que no se haga daño), pero no al alcalde ni al ministro de justicia para negociar una reducción de su previsible condena, porque ni el alcalde ni el ministro de justicia están legitimados para negociar sobre ese asunto en particular. La policía sí puede negociar, las condiciones de la entrega, y punto.

¿Es legítimo el acercamiento de presos a cárceles del País Vasco? Por supuesto. Por mí puede empezar mañana. La política penitenciaria es un instrumento que el Gobierno usa para favorecer la convivencia y el mejor cumplimiento de la ley, pero dejará de ser legítimo en el momento en que se acerquen presos porque se haya negociado así con los asesinos. Y es que en todo este asunto, el cómo se hacen las cosas tienen incluso más importancia que el qué cosas se hacen. Lo dijo espléndidamente hace unos días Joseba Arregi en un artículo (¿Qué, cuándo, cómo?) que reproduje en el Pabellón. (En cualquier caso, me gustaría recordar, porque algunos parecen haberlo olvidado (¡esas hemerotecas virtuales!), que la dispersión de presos etarras no se llevó a cabo para someterlos a un mayor castigo, sino para favorecer la reinserción de aquellos condenados que querían dejar las armas y a quienes la presión del entorno se lo hacía imposible.)

¿Y por qué es tan importante el cómo? Muy simple, porque los crímenes de ETA no son crímenes comunes. Son crímenes políticos. ETA se ha dedicado a asesinar y a atentar en los últimos cuarenta años porque pretendía obtener así un rédito político. Pretendía, ni más ni menos, chantajear mediante el amedrentamiento a toda la sociedad española para conseguir su desestimiento en la aplicación de la ley, para lograr que esos principios en los que se asienta la democracia fueran quebrantados a cambio del ofrecimiento de la paz, una paz ignominiosa, indigna, ya que basada en el chantaje violento. Las víctimas de ETA lo han sido en cuanto sujetos políticos que representaban a la legitimidad de la soberanía española, y por eso reconocer a ETA un papel de interlocutor mediante una negociación es ya pagar un precio político y una traición a las víctimas, que nunca hay que olvidar que lo fueron por nada. A ETA hay que decirle que los 800 y pico de muertos murieron por nada, que pueden seguir matando otros cuarenta años y acumular otros 800 muertos y seguirán siéndolo por nada. Ese es todo el mensaje que un Gobierno que se quiere legítimo podría transmitir a la banda. Aquí estamos nosotros, con nuestra policía, nuestras cárceles, nuestras leyes y nuestros jueces, y allá ellos, y a ver hasta dónde llegan.

¿Por qué pienso que el Gobierno de Zapatero ha roto ya límites y quebrantado principios? Porque ha aceptado que se puede negociar con ETA y que está dispuesto a hacerlo, porque piensa que la ley es estirable como el chicle y da lo mismo celebrar reuniones con un grupo ilegal si total en unos meses la situación va a ser distinta (y no da lo mismo, en absoluto da lo mismo), porque está sobrepasando una a una todas las líneas que él mismo trazó solemnemente en una declaración parlamentaria en mayo de 2005, porque a cada amenaza de ETA o Batasuna responde con un gesto cómplice de distensión, porque su discurso de ayer es por completo vacío si no se le da la interpretación que ya le han dado los batasunos y el PNV y que Ignacio destripó de forma admirable e impecable en su Ventana al patio, partiendo de una declaración anterior, que viene a significar en el fondo prácticamente lo mismo. No me queda mucho que añadir a lo que dice Ignacio allí. Si el presidente afirma solemnemente que el Gobierno respetará las decisiones de los vascos según las leyes vigentes es porque ahora no lo hace. Si no, ¿qué necesidad tendría de reafirmarse en algo que no ha dejado de cumplirse desde 1976? Como puede constatarse que las decisiones de los vascos se han respetado siempre (desde el Gobierno de España; desde el nacionalismo vasco radical, nunca), que los vascos han escogido libremente a sus representantes en todas las consultas electorales democráticas (libremente desde nuestro lado, pues la libertad ha estado siempre amenazada justamente por los chantajistas de ETA y su entorno) y que las instituciones vascas sólo han estado amenazadas por el terrorismo y el nacionalismo radical, pero nunca por el Gobierno de España, entiendo que la declaración es por completo innecesaria. Salvo que la interpretación correcta sea la de Batasuna y el PNV, es decir, que el Gobierno de Zapatero esté dispuesto a saltarse la legalidad vigente y, justificándose en la mayoría, a someter a refrendo, restringido a la comunidad vasca, lo que sólo puede ser refrendado por el sujeto soberano que le da legitimidad a su poder, la nación española. Y si no es así, que me explique de qué piensa hablar con la ETA que viene anunciándose últimamente en Gara, Cuatro y la Audiencia Nacional.

15 comentarios:

Turulato dijo...

Como juez y profesor de Derecho que fuí, opino que su razonamiento es impecable en cuanto a como interpreta la aplicación de la Ley.

Anónimo dijo...

Paolo, está usted tan acertado en sus últimos textos que no puedo sino decirle que coincido con cuanto expone casi punto por punto. Solo eso, aunque lamentablemente yo ya no tenga esperanza en que las cosas cambien. Esa desesperanza que arrastro desde hace algún tiempo lejos de corregirse aumenta, no solo por escenas como la de ayer en el Congreso, sino también (y en mayor medida) cada vez que me siento insultado cuando libremente trato de expresar una opinión que, acertada o equivocadamente, no es acorde con la que parece estar hoy en día más de moda.

De todas formas, sigo deseando con todas mis fuerzas ser el mayor de los estúpidos y estar absolutamente equivocado en todo. Sobre todo cuando veo a mis dos hijos e imagino el mundo en el que me gustaría que crecieran.

Un abrazo Paolo.

Er Opi dijo...

Dos cosas:

- Se empezó a acercar presos tras el contacto con ETA. Es decir, después de que el PP comprobara que no se rendían (o eso dicen ellos)

- Se le pide a Zapatero que diga discursos como el de ayer a menudo, y cuando los dice, se les busca un doble sentido.

Con lo demás estoy básicamente de acuerdo.

Abrazos,

Er Opi.

Jesús Miramón dijo...

"Y aquí enlazo con la actualidad y el tema de fondo. Y lo hago para declarar que un Gobierno no puede negociar absolutamente nada con una banda de delincuentes porque no está legitimado para ello." (Podría haber puesto casi cualquier otro párrafo del post)

¿Por qué? ¿Porque lo digas tú? ¿Por tu como siempre brillante argumentación, que parte de la premisa de que el gobierno ya ha roto principios básicos, deslegitimándose para ejercer el poder? ¿Porque tus principios sí que son principios y los míos no?

Paolo, me admira tu capacidad para creer, aparentemente sin fisuras y tan contundentemente, que tus opiniones son la Verdad.

Y ya lo dejo aquí, si no os importa. No me atrae la idea de volver a repetirme una y otra vez.

Un saludo,

Jesús

Portarosa dijo...

Yo tampoco quiero discutir, pero estoy en desacuerdo con el texto de Paolo en muchísimos aspectos. Uno, el que te acaba de decir Jesús, la deslegitimación que proclamas; otro, seguir confundiendo un problema de terrorismo con otro tipo de delincuencia, y creerse que se resuelven igual (y creerse, añado, que los que los distinguimos nos creemos los argumentos de los terroristas o les damos parte de razón); otro, deducir, de una declaración política probablemente (y sólamente) vacua, la existencia de una rendición más, de un pago político más de los cientos que al parecer está habiendo.

Por otra parte, Paolo, y aun a riesgo de seguir pareciendo querer aprovecharme del rebufo de Jesús (buen rebufo, por otra parte), la principal crítica que siempre se me ha ocurrido al leerte es tu absoluta carencia de autocrítica, de duda.

Un saludo.

Tumbaíto dijo...

Si pasara algo como que un partido político sacara el 100% de los votos, el pueblo habría derogado la constitución.

Paolo dijo...

Dice Jesús que admira mi capacidad para creer que mis ideas representan la Verdad, y no sé muy bien a qué viene eso en este caso, en el que simplemente me he dedicado a hacer un poco de pedagogía del pensamiento político. La democracia no es un sistema desarrollada en la nada, como construcción abstracta o utópica, sino una realidad aplicada sobre unos principios que son previos a su desarrollo y que obligan a quienes circunstancialmente ejercen el poder. En una democracia, el poder siempre se ejerce de forma circunstancial (de eso parecen haberse olvidado los redactores de estatutos, que debe de ser una asignatura nueva (la de la redacción estatutaria) surgida de las cátedras posmodernas) y aquellos que lo ejercen pueden aplicar sus medidas siempre que no vayan contra los principios de los cuales deriva la legitimidad de su poder. No es cuestión de opinión ni de verdad, es cuestión de lógica formal. Como resulta evidente que la democracia tiene un cauce de desarrollo que es la ley, esta ley será legítima en cuanto se ajuste a sus principios ("principios", o sea, que están delante), y ningún gobernante puede saltarse la ley sin deslegitimar su poder.

Siempre está desde luego el recurso al marxismo: "Estos son mis principios, pero si no le gustan, tengo otros". A lo mejor, a alguien le parece razonable que los principios sean volubles y se vayan conformando y variando a partir del contacto directo con la experiencia, con lo cual, en el fondo, estaríamos atribuyendo a quienes nos gobiernan la facultad de ir modificándolos a su antojo, y eso sinceramente me parece que se lleva muy mal con una democracia. Puestos a aplicar la máxima de que "el fin justifica los medios", a lo mejor tuvieron razón los gobiernos de Felipe González, y la solución era el GAL, un GAL en condiciones obviamente y no la chapuza que tramaron éstos. Quién sabe. A lo mejor, hoy ya no existía ETA, y haciendo cuentas nos habíamos ahorrado varias decenas de muertos. Al fin y al cabo, la paz. Lo mismo.

Sobre por qué pienso que el actual gobierno ya ha cruzado líneas, no sé qué más se puede decir ni qué datos más se pueden aportar (Ignacio le lleva dedicados varios posts al tema en su Ventana al patio que comparto por completo). Claro que uno siempre puede argumentar que en realidad lo que a él le pasa es que le encanta el olor del amoniaco.

Paolo dijo...

Dice Portorosa que yo confundo el terrorismo con otro tipo de delincuencia y cree que pienso que los dos se solucionan de igual forma. Cree mal. No sé dónde me ha visto a mí escribir o decir eso.

Hace también algunas consideraciones acerca de mi falta de autocrítica y de dudas, deducciones personales (quiero creer) a las que no sé de qué forma llega. Yo de él todavía estoy esperando un argumento.

Portarosa dijo...

He entendido eso del párrafo que va de
Y aquí enlazo con la actualidad y el tema de fondo.
a
Los mafiosos matan por dinero; démosles dinero y habremos terminado con el problema.
Evidentemente, no lo dices textualmente, pero para mi escribir lo que en él escribes sólo es posible si no distingues entre terrorismo y otro tipo de delincuencia, si para ti en el terrorismo no es necesario tener en cuenta otras consideraciones (y NO estoy hablando de razones ni causas, no vayamos por ahí).

Sobre mis deducciones personales, pocos argumentos puedo dar, pues no pasan de eso, de deducciones personales extraídas de verte escribir (muy bien) durante meses sin haber leído jamás una señal (que no fuese retórica, claro) de duda.
Es cierto que usar un tono que da a entender que uno no contempla la posibilidad de estar equivocado me parece criticable, y un error, pero no pretendía, en ningún caso, ofenderte.

Anónimo dijo...

Pero vamos a ver, Porto: los diferentes delitos tienen diferentes características. Eso hace que se les combata con técnicas diferentes. Para atrapar a un político corrupto se despliegan habilidades distintas que para capturar a un pederasta. ¿Y qué? Lo importante es que todos los delitos se combaten.

Imaginemos por un momento que las características del delito terrorista con apoyo civil hacen que sea invencible. ¿Y qué? ¿hemos de dejar por ello de combatirlo? ¿renunciar a los éxitos parciales (importantísimos en los últimos años) porque no puede haber un éxito total?

¿Y entonces qué? ¿darles lo que piden, porque hemos decidido que son invencibles?

Pues ya me dirás si no conviene hacer lo mismo con vuestros invencibles charlines o nuestros invencibles rocas.

Paolo dijo...

Que no, Porto, que no me ofendes. Qué manía. Ya he dicho otras veces que creo que estoy en condiciones de soportar las verdades y los juicios de los demás. Lo único que trato de hacerte ver es que esa forma de argumentar ad hominem no sirve para nada. Que los argumentos y las ideas son los que son independientemente de quien los presente o los defienda. Que da lo mismo que yo sea más o menos autocrítico, voluble, vanidoso, humilde, intransigente, sectario o cocainómano, porque eso no afecta en nada al mayor o menor valor de los argumentos que aquí presento (en último caso, sería sólo mi torpeza al presentarlos lo que podría restarles fuerza, sea cual sea la que tengan). Me gustaría que se entendiera esto y que se combatieran mis ideas con otras lógica y racionalmente más sólidas y poderosas, pero en vez de eso lo que me encuentro son apelaciones a mi carácter, que, para ser sinceros, me traen absolutamente sin cuidado.

Anónimo dijo...

¡Plas, plas, plas!

Y me callo.

aldara san lorenzo dijo...

Estoooo... que ya que voy a interrumpir, y para no salir de mi línea (estoy delgadísima, por cierto) de hacer off-topics, que lo que me gustaría decir (al margen de que sigo esta conversación con más interés que el mundial de futbol: ojalá gane Zidane! ;-)) ) es que:

Don Paoliño, tiene Ud. un carácter fastuoso y su argumentación no tiene pegas.

...desde el objetivismo de mi lealtad incondicional y admiración eterna se lo digo. Amén.


Hale, sigan, sigan....


ia ;-))



P.D. Portorosa: ¿Claudio? ¿Constantino? ¿Cepronio? ¿C....???

Anónimo dijo...

Pues cocainómano no parecía, el muchacho.

Portarosa dijo...

Sólo venía a decir que si no seguí discutiendo fue por lo que varios de ustedes saben ya.

Un saludo.