sábado, 18 de febrero de 2006

Tankas

Tanka, de Juan Lara Como tantos intelectuales y artistas judíos, Wilhelm Grätzer también tuvo que emigrar de Europa por la fecha en que Chamberlain era aclamado en Londres como el “campeón de la paz”. La alianza de civilizaciones entre la democracia liberal, los regímenes fascistas y el stalinismo marchaba a buen ritmo después de la Conferencia de Múnich de septiembre del 38. Había segmentos de audiencia en Alemania, Austria, Checoslovaquia, Italia o Rusia que solían recibir invitaciones para pasar algunas temporadas en campos de concentración, disfrutaban de políticas de inversión racial, lingüística, religiosa o política y a menudo gozaban del privilegio del martirio, pero qué sacrificio no estarían dispuestos a hacer los europeos con tal de garantizar la concordia entre todas las sensibilidades individuales y colectivas del continente.

Grätzer había nacido en Viena en 1914 y se dedicaba a escribir música y a profundizar en los métodos pedagógicos para su enseñanza cuando en 1934 se proclamó el Anschluss. Cinco años después, entendió que el uniforme que las autoridades austriacas le habían proporcionado, con esa preciosa estrella amarilla cosida al pecho, no hacía juego con sus zapatos y decidió buscarse la vida (y la ropa) por otras latitudes. Llegó hasta Buenos Aires, se nacionalizó argentino, cambió su nombre alemán por el de Guillermo Graetzer y vivió en la capital argentina, dedicado a la composición y la pedagogía, hasta su muerte en 1993.

En 1978, Guillermo Graetzer compuso, sobre poemas de Jorge Luis Borges, una obra titulada Tankas, para canto, clarinete, violín, violonchelo y piano, obra que el miércoles pasado el Grupo Encuentros incluyó en su concierto del Teatro Central de Sevilla. Poco podía imaginar yo que al día siguiente nuestra siempre atenta y ocurrente Saf me iba a hacer el singularísimo encargo de ¡escribir un tanka! Ja, pensé, que te crees tú eso, pues no soy yo poco dado a las cadenas (léase caenas). Pero luego reflexioné sobre el sentido profundo del juego, y las imágenes del espejo y de los reflejos, que parecen empeñadas en perseguirnos, sustituyeron rápidamente a la de la cadena y los eslabones. El tornillo sin fin, el engranaje meramente circunstancial y utilitario, se transformó así de repente en la repetición sostenida, en la conservación a lo largo de los años de un momento vivido o deseado, qué más da, un instante que, colocado ante el espejo, parece hacerse más pequeño con las sucesivas réplicas, pero que en realidad crece con cada duplicación, como una célula que se divide para crear cuerpos más complejos.

Y como soy un auténtico ignorante en todo lo que tiene que ver con la cultura japonesa y quería cumplir el encargo con dignidad, me informé de qué era en realidad un tanka. Y descubrí que el tanka tiene una tradición de casi 1400 años y es más antiguo que el haiku, forma poética que deriva de él, y que las 31 sílabas japonesas de las que se compone deben dividirse en dos estrofas claramente diferenciadas: la primera estaría formada por tres versos de 5, 7 y 5 sílabas (lo que más tarde sería el haiku), mientras que la segunda la constituirían dos versos de 7 sílabas cada uno. En cuanto a la temática, parece que en su origen fue una forma de transmitir mensajes secretos de contenido erótico entre los amantes, una manera de incitar al otro, desde un erotismo lírico y trascendido, a recrear (reflejar y acaso prolongar) las horas dulces del amor.

Así he trabajado yo mi tanka, como una ardua construcción de proyecciones sucesivas de imágenes e imágenes. Espero que sepan valorar el esfuerzo, y que no se queden en la superficie, sino que penetren en su estructura profunda. Las reglas eran algo restrictivas y como Saf las explicitaba con claridad no las repetiré yo aquí. Y que corra el turno del juego a Opi y Sirwood.

Vendo mis ojos
y que nadie se espante
pues tomo a cambio
un pirata en remojo
y una flor de Alicante.

8 comentarios:

it dijo...

Oiga, tarantella maliciosa,....... jajajajajajaaa... ha salido Ud. del trago dando pá tós láos (no esperaba menos). Me descubro y hago fintas con mi pamela en su honor.

¡Qué pecado tannnnnnto talento desperdiciado, cachis!

Saf ;-))

Srta. Experimental dijo...

Como acostumbra, ha convertido usted lo rudo (una cadena) en una clase magistral.

Er Opi dijo...

Yo, ¿escribir? No sabe en qué lío me ha metido...

Un abrazo,

Er Opi.

it dijo...

Me pregunto, como con mucha pintura contemporanea (y no quiero decirle ya en casos de composiciones musicales actuales) qué le llevo a Juan Lara a titular esa obra con la que Ud. nos ilustra el post, como "tanka".
Curiosos recovecos, los de la mente.

Paolo dijo...

Anda, ¿pero todavía vas tú por aquí?

(Las he visto más rápidas... esto.... ejem... bueno, bueno, me callaré)

it dijo...

Signore Paolitito... no es que vaya por aquí (o por allá, o por acullá...) es que voy -as always- por donde ME DA LA GANA!! -Y si quiero, también vuelvo a un sitio.
Y aún le digo más: Que los posts se vayan quedando atrás no es óbice para que no se puedan releer.
Sin ir más lejos, no hace mucho leí gran parte de su antiguo archivo.
Y fue un placer hacerlo, por supuesto.

¡Qué hooooooooombre!

it dijo...

Aprovecho para decir aquí, donde dificilmente volverá alguien que no Ud., que DETESTO los haikus... y que tampoco me gustan los tanka.
Que no comprendo la devoción que causan.
Y que, como en el caso del Kamasutra (por hacer asociaciones variadas...) me pasma como el público se deja seducir por los manuales.
¡Ay, que así nos va: Cero de inspiración, cero de intuición, cero de imaginación!

Paolo dijo...

Eso sí es verdad. Tantos manuales, tantos manuales, con lo bien que se hacen algunas cosas entre dos...

XDDDDDDDDD