viernes, 3 de febrero de 2006

Romanos

1. Más que un concepto geográfico o político, Roma era una idea. Una idea desarrollada incluso después de su desaparición, en la época de la fragmentación y la barbarie. Pero una idea. Civitas, urbs, dos hermosas palabras que apuntaban al mismo concepto: civilización, urbanidad, ciudad, estado... Un inmenso estado de ciudades y ciudadanos libres e iguales. Una quimera. Un sueño que nunca como ahora tuvo Europa tan cerca. Qué triste sería que, con lo que ha costado, Roma cayese por segunda vez en manos de los bárbaros.

2. Y nos amenazan. La invasión es lenta y silenciosa, pero se está produciendo ante los ojos indiferentes de casi todos. Poco ayuda el tristísimo papel que en estos días están haciendo las instituciones, los gobiernos y la inmensa mayoría de los medios europeos ante el desafío de un Islam armado de fanatismo, bombas y arrogancia. Uno habría esperado un cierre de filas, una respuesta contundente y decidida (la libertad no se negocia) y no este patético lagrimeo, esta entreguista y feble equidistancia, esta renuncia a la defensa categórica del núcleo básico de los principios en que se asienta nuestra forma de vida. Ya sabíamos que el dinero es cobarde y así puede entenderse la vileza del dueño de France Soir, despidiendo a Jacques Le Franc, un hombre que se ha jugado la vida en defensa de nuestros más preciados valores: la defensa de la libertad de conciencia y expresión. Igual que se entiende la villanía segura de miles de empresarios, que saldrán rápidamente de sus covachas para venderse sin dudarlo al mejor postor, con la intención de poner a salvo sus negocios, sus aviones privados y sus piscinas. Poco esperaba yo del mundo del dinero, pero habría esperado otra cosa de los políticos, de los periodistas (tan solidarios ellos siempre con las causas justas) y hasta de los bloggers autodefinidos como progresistas, que parecen afectados, en significativo número, por una inesperada afección en las yemas de los dedos o por el virus del Kamasutra, vaya usted a saber, que en cuestiones de molicie cualquier juicio puede entenderse como apresurado.

3. Cuando Europa se piensa a sí misma, encuentra motivos más que suficientes para la alerta, la contrición y el propósito de enmienda, pero también para la más alta satisfacción, el optimismo y el orgullo. Cuando Europa se piensa a sí misma a alguien se le puede ocurrir recuperar con toda su imaginería original Le Bourgeois Gentilhomme, la undécima y última comédie-ballet nacida de la colaboración entre Lully y Molière, dos de los hombres superiores de los que Voltaire hablaba con admiración en El siglo de Luis XIV:

Es una época digna de la atención de los tiempos venideros aquella en la que los héroes de Corneille y de Racine, los personajes de Molière, las sinfonías de Lulli, nuevas para la nación, y (ya que aquí no se trata únicamente de las artes) las voces de Bossuet y de Bourdaloue eran escuchados por Luis XIV, Condé, Turenne, Colbert, y esta multitud de hombres superiores. No volverán los tiempos en que un duque de La Rochefaucauld, autor de las Máximas, tras charlar con Pascal, se dirigía al teatro de Corneille. No ha habido muchos genios desde los hermosos días de estos artistas ilustres; parece que la naturaleza descansó.

Y esa fue la idea que sacó adelante el Festival Abeille Musique en el Teatro Le Trianon de París en noviembre de 2004. El espectáculo fue encargado a Benjamin Lazar, como director de escena, a Cécile Roussat, como coreógrafa de los intermedios y ballets, y a Vincent Dumestre, como director musical al frente de Le Poème Harmonique y del conjunto checo Musica Florea. La versión original e íntegra de 1670 de Le Bourgeois Gentilhomme fue registrada en vídeo y el sello Alpha la ha puesto a la venta en un doble DVD que incluye además un extraordinario documental de Martin Fraudreau sobre la producción, Les Enfants de Molière & de Lully. Ayer por la tarde, embriagado por las cerca de cuatro horas del soberbio y divertidísimo espectáculo, pensaba que por cosas así es por las que vale la pena luchar hasta donde haga falta por seguir siendo romano.

11 comentarios:

Turulato dijo...

Opino que Roma fué ante todo una sociedad práctica. Muy práctica.

La filosofía, las ideas, las desarrollaron los helenos. Quizás por eso, su escultura procuró siempre buscar un ideal.

Roma desarrolló el Derecho. Buscó una estructura que permitiese aglutinar la convivencia de las personas para lograr un objetivo único. Eficacia. Y premio a los eficientes.
Quizás por eso, su escultura, sus retratos, son realistas. Tan realistas que hubiesen horrorizado a un griego.
Y sus espectáculos son sangre y pasión. Grecia amaba el teatro; Roma a sus "Secutores" y "Retiarios" y aullaba cuando uno de estos bebía la sangre caliente del primero, que acababa de degollar.

Y Roma entendió la fuerza. Como buenos juristas sabían que a los hombres se les ofrecen las leyes para convivir, pero que no hay ley sin coacción a quien no quiere cumplirla. La Ley sólo existe cuando estamos seguros de que machacará, triturará, a todo aquel que la ignore o la menosprecie.

Es algo así como debe ser la democracia viva y real; amante de quien acepta sus reglas, demonio horrísono para quien pretende utilizarla en su provecho.

Y Roma entendió que sólo sobrevive la civilización que lucha contra la que quiere suplantarla. Y que sobrevivir es guerrear. Duro, asqueroso, pero cierto.

Hoy nuestro cínico y baboso ciudadano, culto y refinado, desprecia la guerra.. Será la que no le afecta directamente, porque estamos "hasta las cejas" de guerra; cada día. Cada uno de los días el hombre mata a otros como sí fuesen cerdos.

Roma no. Tenía claro que ella era la única autorizada a degollar. Y sí sólo lo hace uno mueren menos.

Y sobre lo que ha originado tus últimos artículos, recordemos que Roma toleró siempre las creencias religiosas y las prácticas y costumbres de las sociedades que conquistaba. Sólo exigía que no discutiesen el poder de Roma.
Pensemos en el Panteón de Agripa; su nombre lo dice todo "Pan Theos"..
Reza a quien quieras, pero cumple lo que establezco.
¡Claro lo tenían!.


EN LA PRACTICA, no he conocido a nadie que sea capaz de generar una riada de sangre tan grande como a los idealistas-pacifistas utópicos-ucrónicos que deciden convertirse en salvadores mesiánicos.

O sea, el "ganao" europeo.

Paolo dijo...

Muy interesante aportación, Turulato.

La metáfora que hago con Roma viene de atrás, de una cosa que le escribí una vez a un amigo sobre Adriano y la imagen que de él nos dejó la novela de Yourcenar. Pero me gusta sentirme heredero de la Antigüedad Clásica. Creo que lo mejor de lo que tenemos nace de ahí y pasa por el Humanismo, la Revolución Científica y la Ilustración. Y pienso que durante muchos siglos ese camino de progreso se hizo contra el Cristianismo y no gracias a su ayuda, como otros muchos piensan. Pero el Cristianismo hace tiempo que dejó de ser un obstáculo. Hoy el obstáculo más fabuloso es el Islam. Por supuesto que todo el mundo tiene derecho a creer lo que le dé la gana (en Alá, Jesucristo, Mahoma, Buda o el horóscopo chino), pero a lo que nadie tiene derecho es a imponer esas creencias ni a reclarmar un privilegio especial para defender las suyas. Todas las ideas y todas las creencias (todas) deberían ser igualmente criticables, y en nuestra cultura (en lo mejor de nuestra cultura cabría incluso decir) la crítica incluye la ironía, la sátira, la burla. El sentirse ofendido por algo es una cosa de cada cual, pero una sociedad como la nuestra no puede objetivar y convertir en ley el sentimiento íntimo de cada individuo. Por eso, lo que se castiga es la ofensa personal, a las personas y no a las ideas, y por eso tenemos un sistema que descarga en los jueces y los tribunales la responsabilidad de deslindar unas de otras. Que alguien quiera saltarse eso es intolerable, y que con una cegura descomunal muchos se pongan a analizar si las caricaturas son buenas o malas, ofensivas o no un error de dimensiones colosales. No es esa la cuestión.

Y sí, estoy de acuerdo contigo en que las conquistas de la civilización se defienden a través del lenguaje, el diálogo, la palabra, la razón, el convencimiento, pero también con las armas, y que vivimos en una sociedad atontada, que está dispuesta a renunciar a su propia defensa, que parece que le encantaria sentirse inerme ante quienes sólo desean su aniquilación. Terrible que podamos llegar a enamorarnos de nuestros verdugos.

Anónimo dijo...

sabiendo que me gusta todo lo que sea arte en su sentido amplio, una amiga me recomendó que me pasara por tu blogy eso he hecho, no será la última vez aunque me pase solo para decirte hola, porque después de ver a dos Super... dialogando mano a mano, no me atrevo a decir ni mu. UN saludo Nina

Turulato dijo...

Curioso. Leo tu artículo y hago un comentario apasionado -como siempre que algo me interesa-; me contestas con otro comentario, que hago mío y que siento que se puede integrar "como un guante" en mi manera de pensar, pero invirtiendo el orden.. Primero el tuyo -lo que debiera ser- y luego el mío -la reacción ante lo que es-.
Precisamente porque asumo tus ideas, me gustaría matizar dos aspectos.

"... El sentirse ofendido por algo es una cosa de cada cual, pero una sociedad como la nuestra no puede objetivar y convertir en ley el sentimiento íntimo de cada individuo. Por eso, lo que se castiga es la ofensa personal, a las personas y no a las ideas, y por eso tenemos un sistema que descarga en los jueces y los tribunales la responsabilidad de deslindar unas de otras".

En contra de lo que creen muchas personas, el Derecho no es -ní puede ser- una Norma Moral.
Es la sintetización de lo que una sociedad concreta desea ser, su regla básica y esencial de convivencia.
En su elaboración, los representantes legítimos de la sociedad deben "recoger" lo que esta siente como justo y el modelo de convivencia al que aspira.
Es indudable que reconocerá, pues es esencial para convivir, el respeto al "Otro", sea una persona u otra sociedad.
Lo contrario sería la negación del Derecho, pues iría contra su esencia.

Pero ¿en qué consiste la ofensa al otro?; ¿cuales son los elementos esenciales del tipo legal?. Inevitablemente, el legislador volcará ahí el sentimiento del común, por lo que sus leyes protegerán los valores en los que se fundamenta esa sociedad. Y entre ellos estarán los religiosos.
Pero el amparo legal de un sistema de valores nunca debe incluir su proselitismo, ni su aplicación extrajurisdiccional ní, y mucho menos, la agresión a lo distinto

Y así ocurre en los sistemas jurídicos de corte continental u anglosajón, pero no en lo que denominaría derechos de "El Libro".
Confunden los fundamentos del Derecho con los de la Teología y convierten la convivencia en catequesis.

Por eso, es imprescindible que el Estado sea "confesionalmente laico" y mantenga una separación estricta con cualquier organización religiosa.

Luego, mi primera matización consiste en que el Derecho si recoge "sentimientos íntimos", incluso religiosos, pero los protege exclusívamente en el ámbito de quienes los profesan. Y debe impedir que se exijan a quienes estén fuera de ese Derecho.

Mi segunda matización afecta a la "descarga en los jueces y los tribunales la responsabilidad de deslindar unas de otras"..
Si, pero no. Si, porque es evidente que los Tribunales determinan en su Jurisprudencia la aplicación del Derecho.
No, porque rechazo radicalmente el término "descarga". Nadie puede hacer dejación de su responsabilidad y no la conozco mayor que el ejercicio de la vida en común.
Mediante "descargas" hemos pasado de la democracia de las ciudades de la Grecia Clásica a la práctica supresión del Sistema de Separación de Poderes en que se fundamenta nuestra Sociedad.
Cualquier día se hará realidad una de las paradojas de I. Asimov, en que un único votante promedio elegirá a un solo político promedio y este será el Estado.

¡Pasión!. ¡Rebelión!. Debemos defender la Libertad de Ser y no sólo la de vivir..

Anónimo dijo...

Loa automovilistas descargan en las compañías de seguros la tarea de dirimir culpas y responsabilidades en los accidentes. Se dan un topetazo, se bajan del coche y muy civilizadamente firman unos papelitos.

La alternativa es darse de hostias hasta que sólo quede uno en pie.

Tengo poco que decir contra las descargas, la verdad.

Paolo dijo...

En último término, la descarga no anula la responsabilidad de cada cual. Antes al contrario, sirve para contrastarla con un sistema objetivo que ha sido adoptado porque, en efecto, se supone que recoge lo que la sociedad entiende como justo. Y tendría que matizar algo más eso de la protección de los valores en que se asienta una sociedad, y ver cuáles son realmente esos valores y cuáles no por mucho que tengan una implantación mayoritaria, pero ahora no tengo tiempo.

Srta. Experimental dijo...

Ummm... creo que habría que matizar bastante eso de que el Derecho no es una norma moral. En su origen, el Derecho asume los valores morales de la sociedad a la que sirve y es en base a esos valores que se desarrolla. No puede disociarse de la moral conceptos claves del Derecho como la Justicia, la Igualdad, etc. El Derecho es la plasmación de unos principios morales que devienen práctica jurídica.

Turulato dijo...

"Oruga" sí el Derecho fuese una Norma Moral sancionaría su quebrantamiento estableciendo que el infractor había cometido un pecado.
Sí fuese una Norma Social, el infractor sería reconvenido por el grupo humano en el que vive, consederándole "non grato".
Pero el Derecho es una Norma Jurídica y como tal, no sólo afecta a los que creen y profesan determinada moralidad, o a los que forman parte de un grupo social, sino que se impone obligatoriamente a la generalidad, sin distinción alguna, pues no depende de las creencias de los individuos, o de sus convenciones sociales para existir, sino del poder del Estado.

En consecuencia, el Derecho, como Norma Jurídica, afecta por igual a todos, con independencia de su voluntad, y sanciona a quien lo incumple -en el ámbito Penal, que protege los valores y derechos básicos, como la Vida y la Libertad- mediante penas que pueden llegar a suprimir el ejercicio de alguno de esos derechos básicos.

El problema radica en que en nuestra sociedad actual sobrevaloramos la opinión y minusvaloramos el conocimiento, de manera que utilizamos términos que tienen un contenido científico preciso adulterando su significado a nuestro gusto y conveniencia.
Así, siguiendo ese camino, aplicando ese pretendido derecho, podríamos ser condenados a lapidación por pecar moralmente, según los criterios de una religión determinada.

No.Una cosa son los fundamentos en los que se asienta el Derecho -y me declaro Iusnaturalista, por lo que creo que tiene que estar básado en unos principios superiores al mero poder del Estado- y otra cosa es pretender confundir el Derecho con la Moral.
Y por lo expuesto, rechazo energicamente el positivismo, que considera derecho cualquier norma promulgada por el poder, por el estado, con independencia de la legitimidad de este y de la axiología de aquella.

Srta. Experimental dijo...

Y, dígame, ¿de dónde salen esos principios superiores sino de la tradición moral de un grupo social?

Anónimo dijo...

Creo que no hay una contradicción, oruga. T. habla en su penúltimo párrafo de los fundamentos, y los reconoce morales.

Srta. Experimental dijo...

De acuerdo, Ignacio.
Como comentaba, no es mi intención defender que el Derecho sea una Norma Moral, sino que su origen lo es inevitablemente.