Galina Ustvolskaya In memoriam
El 22 de diciembre pasado fallecía en San Petersburgo Galina Ustvolskaya. El festín se encontraba entonces en stand by y no pude hacer referencia al luctuoso acontecimiento. Aprovecho ahora que La noche cromática (pobrísima la web de Radio Clásica, rescato esta pequeña reseña del programa) está dedicando un breve espacio diario a su ciclo de Preludios para piano (en la interpretación de Marianne Schröder para el sello hat Art) para hacerlo.
Descubrí a Ustvolskaya hace ya muchos años, gracias a un disco de Philips, que incluía sus Composition I, II y III. Y lo primero que me sorprendió fue que habiendo nacido en Leningrado en 1919 su lenguaje fuera tan radical. Nada que ver con los grandes clásicos del orbe soviético, de Shostakovich a Khachaturian, pero tampoco con Schnittke, con Denisov o con Gubaidulina ni por supuesto con Pärt. En Ustvolskaya se detecta también esa inquietud espiritual y religiosa que alienta en Gubaidulina o Pärt, pero su plasmación sonora es absolutamente diferente: las propuestas de Ustvolskaya son incontestablemente más austeras, más abstractas, extraen su potencial expresivo del contraste severo y, a la par, de la esencialidad y brevedad del discurso, lo que podría resultar contradictorio, pero no lo es: pocos elementos, pero usados de tal forma que los parámetros se yuxtaponen en crudas oposiciones contrastantes. Las combinaciones instrumentales son extravagantes y reúnen tesituras agudísimas junto a las más graves (Composition I está por ejemplo escrita para flauta piccolo, tuba y piano), fortísimos ensordecedores (hasta en fffff) al lado de pianissimos casi inaudibles, todo ello habitualmente envuelto en ostinatos rítmicos muy marcados y en una armonía densa, con frecuente recurso a los clústers y a las repeticiones.
Alumna predilecta de Shostakovich, quien la cortejó sin disimulo, Ustvolskaya se separó conscientemente de la línea del maestro (su Concierto para piano tiene mucho de shostakovichiano) a principios de los años 50, iniciando el personalísimo camino artístico que he esbozado arriba y que la llevó a un aislamiento extremo. Un poco a la manera de Giacinto Scelsi, Galina no concedía entrevistas, no se dejaba fotografiar, no viajaba (salvo en 1996, en que asistió al homenaje que Mstislav Rostropovich y Reinbert de Leeuw le dispensaron en el Concertgebouw de Amsterdam), no aceptaba encargos... Su música empezó a difundirse por Occidente en los años 90, gracias precisamente a Reinbert de Leeuw, gran admirador de su obra, que grabó esas tres Composiciones en 1995 (y otras piezas), cada una de las cuales lleva un subtítulo muy significativo: la I (para flauta piccolo, tuba y piano, como dije), Dona nobis pacem; la II (para ocho contrabajos, caja percutiva de 43 x 43 cm y piano), Dies Irae; la III (para cuatro flautas, cuatro fagotes y piano), Benedictus qui venit. La Composition I está dividida en tres partes, de la cual he escogido como muestra la segunda, pues es en la que mejor se aprecian los contrastes o el uso de clústers a los que me referí arriba.
Composition I.2 de Galina Ustvolskaya. Schönberg Ensemble. Reinbert De Leeuw (Philips)
La Composition II, de atractivas resonancias primitivistas y obsesiva rítmica, está dividida en 10 partes, de las que he entresacado la 9.
Composition II.9 de Galina Ustvolskaya. Schönberg Ensemble. Reinbert De Leeuw (Philips)
La Composition III se presenta en un solo pasaje y es una obra algo más convencional en su desarrollo armónico, pero se obsesiona también en la repetición de un sonido (un fa sostenido que se pasan los instrumentos de viento) y se articula igualmente con acerados contrastes dinámicos.
Composition III de Galina Ustvolskaya. Schönberg Ensemble. Reinbert De Leeuw (Philips)
Otro primer impacto con la música de Ustvoslkaya.
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