domingo, 11 de noviembre de 2007

Cretinos intelectuales

Como en su día ya me declaré insumiso al régimen andalucista labrado a golpe de ley, ahora me resulta bastante fácil solidarizarme con Alejo Vidal Quadras ante la riada interminable de los ataques de cretinos integrales de todo pelaje que está recibiendo, incluidos miembros de su propio partido. Pese a la, en el fondo innecesaria, aclaración, la intelligentsia andalucista (la castellanización del sustantivo sería un insulto a la Humanidad) se refocila ante la ocasión de presentar un nuevo agravio a la lista de opresiones seculares que viene padeciendo desde hace milenios el sufrido pueblo andaluz. Yo creo que lo que tendrían que hacer es emprender cuanto antes, como sugería Baltanás hace unos días, la tarea demasiado tiempo aplazada de la reedición de las obras completas del Padre de la Patria Andaluza. Yo mismo, tan interesado en su figura, apenas he podido seguirlo por citas de terceros (habitualmente, de sus panegiristas). Y es que si entras en la sección de libros de El Corte Inglés y escribes su nombre en el espacio destinado para los autores (sin más variables), el mensaje que te ofrecen es el siguiente: "Con los datos que nos has aportado, la búsqueda solicitada no ha obtenido ningún resultado". Repetir el proceso en La Casa del Libro da un poco más (pero muy poco más) de suerte, aunque conviene fijarse en las fechas de publicación. Ni una búsqueda a la desesperada en Iberlibro, la librería online de los agotados y raros, aporta mejores perspectivas. Muy pobre para tratarse de un personaje tan ilustre que merece su cita en el preámbulo de un documento político de la importancia del Estatuto Andaluz.

Urge, urge que los andaluces y las andaluzas tengan a su alcance convenientemente recopilado todo el pensamiento de su padre. A lo mejor ante párrafos como éstos, la mente se les ilumina a los cretinos intelectuales que desprecian todo aquello que no entienden:

Nosotros [a los andaluces se refiere] no podemos, no queremos, no llegaremos jamás a ser europeos. Pero jamás hemos dejado de ser lo que somos de verdad: esto es, andaluces, euro-africanos, euro-orientales, hombres universalistas, síntesis armónicas de hombres.
[...]
¡Europa, no; Andalucía! Europa es por su método, la especialización que convierte al individuo en pieza de máquina. Andalucía por el suyo, es la integridad que apercibe al individuo como un mundo completo ordenado al mundo creador. Europa es el individuo para la masa. Andalucía, el individuo para la Humanidad. Europa es el feudalismo territorial e industrial, Andalucía, el individualismo libertario que siente el comunismo humano, evolutivo, único comunismo indestructible por ser natural, el que añoraron todos los taumaturgos; aquel que tiene un alma en la aspiración, que cada individuo llegue en sí a intensificar, de crear por sí, pero no para sí, sino para dárselo a los demás. Ese único comunismo posible que no puede llegar a crearse por artificio maquinista, sino por la alegría y por el espíritu que la alegría viene a crear. Europa es el empaque dominador megalómano, rabiosamente utilitario. Andalucía es, como decía no sé quién, como son sus casas de apariencia humilde, con patios, jardines centrados por fuentes; sencillez por fuera; iluminación por dentro.
Respiren.

7 comentarios:

Ginebra dijo...

http://www.iberlibro.com/servlet/SearchResults?an=Blas+Infante&sortby=3&sts=t&x=67&y=8

Ginebra dijo...

Perdone, que se me fue el dedo antes de acabar.

Que sí, que sería conveniente que reeditaran.

Alberich el Negro dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Alberich el Negro dijo...

¡Qué "zapateriles" las citas de don Blas (como puede verse, la "alianza de civilizaciones" viene de lejos)! ¡Cuánto Américo Castro mal digerido! ¡Cuánto humanismo "progre"! ¡Cuánto "buen rollito"! ¡Vaya embrollo mental que tenía el pater patriae Andaluciae! ¡Qué de memeces y de tópicos, en fin!
He intentado respirar (como aconseja el anfitrión), incluso profundamente, pero... pero... sólo... sólo me vienen... arcadas... Puagggggg!

Saludos desde el Nibelheim.

Sir John More dijo...

De acuerdo en casi todo, Paolo, digamos que en todo lo que dices, aunque la lógica brevedad de tu artículo (creo que en los blogs la brevedad es una virtud... y tal vez en casi todo en la vida) impida valorar algunos aspectos del mismo.

Así, a bote pronto, se me ocurre un par de cosas: primera, que la idea de Europa me parece tan pazguata como la de Andalucía, y como todas las ideas nacionalistas. Creo que la idea de organización nacional debería estar basada en la cultura común y en los intereses económicos para el bienestar humano (no en los puramente comerciales). Más allá, todo es religión monoteísta y excluyente, que más que buscar y fomentar la diversidad, busca y fomenta la exclusión y la ventaja. Estoy convencido de que hay que secularizar la idea de nación.

Segunda, que hay veces que he defendido a Andalucía, tal vez sin saber muy bien si acaba en Almería o en Jaén, o si los sevillanos somos parecidos o completamente diferentes de los cordobeses, o más parecidos a los pacenses, o yo qué sé, pero defendí a Andalucía (y a Extremadura y a Castilla La Mancha), porque algunos nacionalistas orgullosos de sus naciones maravillosas identificaron a Andalucía como la meretriz del régimen dictatorial, y a las nacionalidades históricas (menuda patraña histórica) como las víctimas de ese mismo régimen, y bueno, si además de meretriz te apalean... Puestos a que en cada comunidad, sobre todo en las más ricas y egoístas (curiosamente coinciden), existen lobbies políticos y empresariales para conseguir más y más privilegios sobre el resto de las comunidades, sin tener en cuenta muchas de las desigualdades de base de las que siempre hemos partido (en el régimen dictatorial y en la democracia actual), puestos en esta tesitura, no sé si la idea del andalucismo podría hacerse un poco necesaria, tal vez tan necesaria como la del aragonesismo o el extremeñismo. De ahí a creernos nación tocada por los dioses va un mundo, claro.

Agradecido por tu blog.

Paolo dijo...

Verá, Sir, en realidad este post yo no lo dediqué a Blas Infante. Ya me referí a su figura y al andalucismo político aquí, aquí y aquí. Además, mi compadre Argantonio, que es más que un hermano para mí, dedicó todo un blog (http://andazuliaisdifferent.blogspot.com) , que Blogger se empeña en no dejarme enlazar, al Estatuto.

El post estaba dedicado a solidarizarme con Vidal-Quadras ante el ataque religioso de los defensores de las esencias andalucistas. Pues era evidente que Vidal-Quadras disparaba no contra el hombre Blas Infante, sino contra su ideario, que ha tenido y tiene una indudable trascendencia en la vida cotidiana de los andaluces. Y los ataques a las ideas se combaten con ideas y no con desprecios ad hominem, que fue los que recibió. Un desprecio de naturaleza religiosa, que concitó unanimidad en el Parlamento y casi en la prensa (Burgos et alii, la caspa de Andalucía; y ahora le dejo un tema para la reflexión, cuántos medios de prensa escritos libres hay en la región), consistente en identificar la crítica a una línea de pensamiento con la descalificación de todo un colectivo de personas (eso que ellos llaman Andalucía). A mí Andalucía me la suda, me la sopla y me la resuda, pero verá que ni siquiera yo puedo abstraerme del peso insoportable y la influencia jartible del pensamiento políticamente correcto, porque me veo en la necesidad de aclararle que no es que me la sude la gente de Andalucía, ni sus ríos, sus montañas, sus museos, sus ciudades y sus carreteras, que eso me importa mucho, sino la Andalucía andalucista, el régimen oficial que se han montado estos cuatro listos, y ahí incluyo a todo el arco parlamentario, de la derecha obsoleta y acomplejada de Arenas a la estulticia posmoderna de Valderas y su prole. Por mí la realidad nacional andaluza se puede hundir mañana mismo en el Atlántico. Es más si puedo contribuir al hundimiento, no lo dudaré ni un segundo.

El gran pecado de la política española en democracia ha sido precisamente eso que a usted le parece razonable: la regionalización, el defender cada uno lo suyo (como si el Museo del Prado, la playa de la Concha o el Teide no los sintiera yo tan míos como el Torcal de Antequera), la progresiva e imparable descomposición en reinos de taifas, con el argumento de que ya que otros tienen partidos nacionalistas y consiguen cosas, todos los demás tendrían que hacer lo mismo para conseguirlas también. A mí las cuentas no me salen, porque 1 repetido 17 veces da 17, no 34 ni 50. Es justamente esa idea la que combato, que no, que una nación no se construye pensando desde el exclusivismo de las regiones, sino desde la globalidad nacional.

Hace unos días, Albert Boadella respondía a una entrevista digital de esas que organizan los diarios, y ahí alguien le preguntaba si pensaba él que Cataluña había estado manteniendo al resto de España, y Boadella respondía de la misma forma que lo habría hecho yo en idéntica circunstancia. Que no sabía si eso era real o no, pero que si fuera así, él estaba encantado de haber contribuido al desarrollo del resto de regiones españolas, que precisamente en eso consistía ser una nación, y en eso consistía la solidaridad, que las naciones se construían en un proceso histórico muy largo en el que las zonas en las que habitaban individuos con más recursos contribuían de forma natural al desarrollo de las regionas más desfavorecidas, y que esas regiones no habían sido siempre las mismas. Es decir, y esto lo añado yo, que no se puede pensar en España como una suma de dieciesete entes que estuvieran recién creados y no tuvieran nada que ver entre sí, que la defensa de lo propio es la defensa de la nación española. Para otra cosa, conmigo que no cuenten.

Sir John More dijo...

Sigo de acuerdo contigo (permíteme que te tutee, y por favor, tutéame también) en todo lo que dices, aunque me gustaría precisar que no estoy de acuerdo con la regionalización. De hecho comento que no sé muy bien hasta dónde debería llegar o dónde debería quedarse esa región o esa nación andaluza. En mi artículo sólo expongo un caso en el que tuve que defender a esa parte de España que el franquismo esquilmó económicamente, y algunas de cuyas particularidades culturales usó para apagar otras particularidades en otros lugares más favorecidos económicamente. Fue un grupito de chavales catalanes (luego me enteré que todos descendientes de emigrantes andaluces y extremeños) los que soltaron en unas Jornadas de Juventud e Inmigración que Cataluña había sido pisoteada en el Franquismo por el resto de España, que había machacado su lengua y su cultura sustituyéndola por la pandereta y la sevillana. No pude menos que saltar y recordarles a estos muchachitos las penalidades económicas que siempre han sufrido los jornaleros del sur, mientras que cuatro espabilados eran los dueños de la tierra y de los medios de producción, y ello mientras otros lugares del País, ya de por sí ricos, se llenaban de empresas favorecidas por la Dictadura, y mientras en todos sitios se pensaba que aquí en el sur todos íbamos vestidos de flamenca y que sólo nos gustaba la Feria y la Semana Santa, pasando por alto toda una cultura de siglos, y que, curiosamente, y por mucho que se pavoneen algunos andalucistas, siempre fue incluyente y no excluyente, siempre se gestó en el marco de una cultura española.

Concluyendo, creo que hay buena gente en cualquier parte de España, y descerebrados también. Esa sevillanía que nombras (Burgos, Herrera y miles de tradicionalistas asqueantes) a quien más fastidia es a los sevillanos y andaluces que queremos vivir en paz y que los políticos se dediquen a mejorar los servicios públicos y, sobre todo, la educación, y se dejen tanto de pamplinas nacionalistas como de exageraciones centralistas y uniformizadoras. Un saludo.