miércoles, 28 de marzo de 2007

Un héroe de nuestro tiempo

Héroes. Philippe JarousskyReconozco que la primera vez que escuché a Philippe Jaroussky (que pudo ser aquí o aquí) me pareció, así a bote pronto, un producto de diseño, de esos que tanto se llevan ahora en el mundo de la ópera y que tanto se esfuerzan por promocionar las discográficas. Chico joven, guapo, con aspecto metrosexual, timbre sin duda atractivo y una irritante superficialidad expresiva. Pero, poco a poco, me fue convenciendo. Su Haendel no estaba mal y su Monteverdi era espléndido, una Speranza algo monolítica aún en el terreno expresivo, pero de una belleza vocal como no había escuchado nunca. Fue, en cualquier caso, en Vivaldi donde me conquistó. No tanto en el terreno de las cantatas, en el que sigue resultando un tanto epidérmico, cuanto en el de las óperas. La sucesión de La verità in cimento, Orlando furioso y, sobre todo, la Griselda causan auténtico pasmo, y no tanto por el impresionante dominio del canto de agilidad, todo lo espectacular que pueda imaginarse, sino porque es una ocasión magnífica de asistir al crecimiento y formación de un cantante con mayúsculas, una oportunidad estupenda de comprobar cómo los aspectos más superficiales de la ejecución vocal pueden ir dando paso paulatinamente a una profundidad expresiva, a una penetración dramática y psicológica cada vez más depurada. Ya no era sólo en los circenses saltos interválicos y en las coloraturas imposibles el terreno en el que Jaroussky ofrecía lo mejor de sí mismo, su voz, sin duda andrógina, homogénea, ancha, verosímil, se hizo de seda para atacar los más delicados pasajes en canto spianato, donde el patetismo o la dulzura valen lo que el cantante sea capaz de musitar o sugerir con un uso adecuado de los reguladores, las medias voces y la ornamentación. Su último disco para Virgin, Héroes, es una confirmación de esta trayectoria ascendente. Desde el celebérrimo encuentro entre Il Giardino Armónico y Cecilia Bartoli, no había escuchado cosa igual en un recital vivaldiano (y puede que barroco). Buena muestra puede ser este fragmento de Farnace que dejo por aquí y que a algunos hasta se les ocurrió regalar por el Día del Padre. No seré yo quien les diga que esta aria no pueda convertirse, en efecto, en un inolvidable regalo...


"Perdona, o figlio amato" de Farnace de Vivaldi. Philippe Jaroussky. Ensemble Matheus. Jean-Christophe Spinosi. (Virgin)

1 comentario:

Ginebra dijo...

Um... mira que a mi como que me ha recordado (y sé que no se parece nada) al novio ése que se iba a casar con Gina Lollobrigida...