lunes, 26 de marzo de 2007

Un editorial de El Mundo

Oportuno, instructivo y necesario.

Una cosa es que el arrebato del PP, ofuscado por su muy justificada cólera, al anunciar un nada estético sucedáneo de boicot que en nada va a lesionar el derecho a la información de los ciudadanos y en menos aún la cuenta de resultados de Prisa, haya permitido a El País y sus medios asociados montar una ridícula campaña victimista; y otra que los amanuenses de la manipulación pretendan utilizar a EL MUNDO en su diatriba autocompasiva. Frente a lo primero sólo cabe la sonrisa displicente -¿dónde estuvieron cuando el felipismo puso de verdad la libertad de expresión contra las cuerdas?-, pero ante lo segundo se alzará una y mil veces la denuncia argumentada que merece siempre la hipocresía.

Comprendemos que a los 10 millones de votantes del PP les haya hecho maldita la gracia ver tildado a su partido de «franquista» y «guerracivilista» por un individuo que hizo su primera fortuna traficando con información privilegiada durante la Dictadura. Pues todavía menos gracia nos hace a nosotros vernos catalogados ayer por El País como «grandes beneficiados por las autonomías populares» en el reparto de licencias de televisión digital, a cuenta de que en Madrid se nos concedió una de las 30 que había en juego y de que obtuvimos otras tantas en cuatro localidades valencianas. Eso es todo lo que ha conseguido la empresa vinculada a uno de los dos grandes diarios nacionales: cinco licencias locales y una participación en una cadena digital nacional. ¿Hablamos ahora de lo suyo?

Desde el primer día hasta hoy todo el tinglado del grupo Prisa ha estado montado sobre los favores políticos. Favores políticos del franquismo residual al autorizar Arias Navarro la salida de El País, dirigido por quien entonces estaba considerado un hombre de su equipo, con meses de ventaja sobre sus primeros competidores. Favores políticos de la UCD al autorizar y facilitar el Gobierno de Suárez la compra de la cadena Ser a precio de saldo. Favores políticos del felipismo al adjudicarle una televisión de pago en un concurso convocado bajo el principio del interés público y al permitirle fusionar ilegalmente la Ser con Antena 3 de Radio. Favores políticos de los gobiernos de Aznar al eludir la ejecución de la sentencia del Supremo sobre este asunto y al autorizar la fusión entre Canal Satélite y Vía Digital que en la práctica suponía el otorgamiento del monopolio de la TV de pago. Y favores políticos del zapaterismo hoy vigente al transformar la licencia de Canal Plus en una de televisión en abierto -la Cuatro- y modificar la legislación radiofónica para desactivar la susodicha sentencia. Como se ve, no queda espacio para el catálogo de minucias en el que habría que hablar, en su caso, no de cinco, sino de 50 o 500 concesiones y privilegios locales.

Cuando quien se ha convertido en uno de los mayores multimillonarios de Europa pagando estos favores con la impostura ideológica y la recurrente falsificación de la verdad se atreve a descalificar a los representantes de media España en términos tan terribles, no hay que boicotearle sino contar su vida y milagros. Cuando quienes forman su cortejo llevan el juego sucio hasta el extremo de involucrar a nuestro periódico -un diario hecho a sí mismo en la libre batalla de los quioscos- en sus sonrojantes ecuaciones con el poder, deben tener por seguro que no nos vamos a quedar callados. Farsantes, fariseos: ¿cómo osáis vosotros hablar de favores políticos?


Y el editorialista se olvida de Localia, cadena alegal...

2 comentarios:

Er Opi dijo...

Toda la razón. Pero también hace falta desvergüenza para que precisamente ellos escriban cosas como "la recurrente falsificación de la verdad" o "juego sucio".

No puedo con El Mundo, es superior a mis fuerzas.

Abrazos,

Er Opi.

Portarosa dijo...

Tienen razón, supongo, en lo que dicen de Polanco, pero no en lo que dicen de ellos mismos. Ni de broma: por lo que dice Opi (que es algo insalvable y a todas luces los descalifica como prensa seria, en mi opinión), y porque, si no estoy yo muy equivocado, no pueden ellos hablar demasiado de meterse en política o de arrimarse al poder, desde los tiempos de González-Aznar.

En fin, que casi cualquiera puede criticar lo de Polanco; pero es de risa que lo hagan precisamente estos campeones de la manipulación.