martes, 28 de septiembre de 2004

Religión

Es como remontar el curso de las décadas. La Segunda República Española cometió un error estratégico al tratar de modernizar el país reduciendo los privilegios de una Iglesia Católica reacia a perder su desmesurada influencia sobre la sociedad. La reacción de los sectores más cercanos al clericalismo fue un factor decisivo en los trágicos acontecimientos que pusieron final al proyecto republicano.

Hoy, de nuevo la cuestión religiosa, dejando traslucir un retraso civilizatorio verdaderamente dramático. Que desde la jerarquía católica y los sectores más conservadores de la Iglesia se hable de "fundamentalismo laicista" debería de ser suficiente para entender la base del problema. Y es que el laicismo no puede ser jamás fundamentalista, porque el laicismo consiste simplemente en la proclamación de la neutralidad del Estado en materia ideológica (incluida, obviamente, la religión, la superideología que te soluciona todos los problemas con un simple acto de fe), algo tan sencillo de entender y que deberíamos de tener todos tan asumido que causa sonrojo el que alguien pueda considerar antirreligiosa su aplicación.

Ni siquiera se trata de eso. Llevado hasta sus últimas (y naturales) consecuencias, el laicismo debería de terminar con el adoctrinamiento religioso en las escuelas. Eso no socava ningún derecho, como pretenden los obispos. La libertad religiosa y de cultos está perfectamente garantizada y no corre ningún peligro. La aplicación de ese principio, básico en una sociedad moderna, simplemente actuaría en la eliminación de un privilegio intolerable, por el cual aquellos que desean utilizar los medios públicos para el adoctrinamiento ideológico de sus hijos pueden hacerlo siempre que esa ideología sea la católica.

Pero no, ni siquiera es eso. Los colegios van a seguir ofreciendo obligatoriamente doctrina religiosa a aquellos que lo deseen. Es algo mucho más nimio. Es volver a la situación anterior a la nefasta idea del PP de retomar la cuestión religiosa en su reforma de la educación. El debate era inexistente. Todos habíamos aceptado el punto muerto al que había llegado la situación. Los que consideramos que el estado laico debe tener una aplicación práctica y real sobre la vida cotidiana nos habíamos resignado a que los colegios siguiesen ofreciendo adoctrinamiento religioso con tal de que fuera una asignatura (se me hace difícil llamar "asignatura" a algo que no lo es) sin valor académico, algo tan obvio, por otro lado. La gran mayoría de los padres que escogían la religión para sus hijos (más empujados por la inercia que por la necesidad, desde luego) tampoco parecían especialmente preocupados. Así que el PP despertó a la bicha dormida, provocando de paso el fracaso de su reforma que, en algunos aspectos, era impecable y necesaria. Porque fue esto lo que hizo intolerable la reforma para muchos que consideramos que esa etapa de la disputa religiosa estaba ya superada y nunca tendríamos que volver a recorrerla.

Nos equivocamos. Hasta el punto de que resulta absolutamente patético leer determinada prensa y escuchar la COPE estos días. Han pasado siete décadas pero estamos como entonces, con el núcleo duro del clericalismo de este país poniendo sus intereses y sus privilegios como ejemplos de derechos que deben ser defendidos. Me da pavor pensar hasta dónde están dispuestos a llegar para conseguirlo.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues como he leído "César o nada" hace poco, tengo una imagen especialmente vívida de hasta dónde llegan cuando les dejan. Y sí, es para temblar.

Anónimo dijo...

Tienes razon en algunas cosas, en otras no.
No te vendría mal enterarte de cómo esta el tema en la Europa a la que pertenecemos. Te sorprenderías mucho, mucho...
¿por qué demonios la izquierda española tiene ese tufillo antireligioso que no tiene la izquuierda europea?.

Anónimo dijo...

Pues a mí me gustaría saber en qué no tiene razón, y qué tienen de antirreligiosas las medidas que está proponiendo el Gobierno, porque de verdad que no lo sé.

Un abrazo,

Er Opi.

Anónimo dijo...

Yo creo que el núcleo de la cosa es bastante objetivo y poco sentimental, y Paolo lo ha dejado bien claro: hay una confusión entre privilegios y derechos.

Paolo dijo...
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Paolo dijo...

Al margen de que la gente tiene el mismo derecho a ser antirreligiosa que a ser antiizquierda, me parece que si se dice que la izquierda española es antirreligiosa, primero habrá que concretar a qué izquierda se refiere uno. Y si se concluye que es la izquierda que hoy gobierna en España supongo que se tendrán argumentos de peso para acusarla de esa supuesta antirreligiosidad, pues su política no tiene absolutamente nada de eso e incluso me parece que va en sentido contrario.

Con la cuestión de los derechos hay algunas confusiones que me llaman especialmente la atención. Por ejemplo, el derecho a escoger la educación que cada cual desee para su hijo no presupone que la tenga que proporcionar el Estado. El Estado tiene que garantizar una educación de calidad para todos, basada en un ideario compartido, el de los valores democráticos, básicamente neutral en materia ideológica, o por decirlo de otro modo, en el que cabe cualquier ideología que respete las reglas del propio juego democrático. Si alguien busca otra cosa, otro ideario concreto, el Estado le dice que muy bien, que está en su derecho, pero que eso no compete al propio Estado proporcionarlo. El que la Iglesia utilice la situación de privilegio que arrastra desde tiempo inmemorial para hacerla pasar como un derecho fundamental de las personas es no sólo una falacia, sino una manipulación, un abuso y un desafío abierto a las reglas básicas de nuestra convivencia.

Anónimo dijo...

La enseñanza religiosa en la escuela, enseñanza que en la mayor parte de los casos se ciñe a la religión católica es una secuela del franquismo que debería eliminarse, como se eliminó la costumbre de cantar el himno al inicio de las clases, y el rezo del Ángelus a mediodía. Y no pasaría nada. Que yo sepa el himno nacional sigue siendo el mismo y quien quiere reza el Ángelus a su hora. Poner las cosas en su sitio no quiere decir eliminarlas.
Gin

Anónimo dijo...

Me pregunto si una enseñanza religiosa (no necesariamente catolica) es menos importante que aprender el aparato reproductivo de las ranas, los afluentes del Amazonas o la dinastía de los Trastámara.

Me pregunto en qué paises europeos la religion se relega a una actividad optativa no evaluable al final de la jornada escolar, a la que se quedan los que quieren mientras el resto se va a sus casas a jugar. Nadie ha contestado a la pregunta que hizo un post sobre cómo está el tema en otros paises de Europa o America (no en el mundo islamico, pues alli la religion es estatal, con lo que es obligatoria para todo el mundo, y se prohiben las otras religiones). Supongo que es que no lo saben. Y si no saben como han arreglado este tema en otros paises, ¿como pueden opinar? ¿Acaso España es un oasis en el planeta?

Y si, la izquierda española siempre ha sido anticatólica. Sin ir mas lejos, miles de curas y monjas fueron asesinados antes de la guerra, y no precisamente por gente de derechas. Y ahora..., díganme tres o cuatro personajes importantes de la izquierda española que hayan reconocido ser catolicos. No, no los hay, se reirían de ellos sus colegas. Y eso, créanme, no pasa en Europa occidental. Para nada.

Paolo dijo...
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Paolo dijo...

Si le parece, vamos por párrafos:

1) La religión es muy importante para el ser humano. Ha hecho que seamos lo que somos. Sería absurdo obviarla en los currículos escolares. Pero lo que se imparte en las escuelas e institutos españoles es doctrina y moral católicas. Y es inaceptable que en las escuelas se imparta doctrina. El adoctrinamiento no es educación.

2) Sinceramente, me da igual cuál sea el tratamiento que tiene la religión en otros países. Pero, en este sentido, envidio a los franceses.

3) Sencillamente, sin comentarios.

[Perdón, corrijo errores]

Anónimo dijo...

1. No se como va a enseñarse religion si no se enseña una religion concreta.
2. Mire, decir que lo que se hace en otros paises al respecto no lo sabe ni le importa indica cierta cortedad de miras. ¿O es que si lo sabe y no coincide con lo que se quiere hacer aquí ahora, por lo que prefiere pasar de largo?
3. Es lo mismo: sin comentarios, claro, ¿como va a reconocer que hubo una persecucion religiosa por parte de la izquierda con cientos o miles de religiosos asesinados?. Una guerra civil es una guerra civil, llena de despropositos. Pero la persecución religiosa fue antes, usted lo deberia saber. No es que la republica quisiera eliminar algunos privilegios del catolicismo español (que tambien, igual que ahora), es que literalmente se asesinó a cientos o miles de curas y monjas. No es lo mismo, ¿sabe? Sin comentarios.

Anónimo dijo...

1. Se puede enseñar lo que es la religión, cómo funciona, qué papel juega en nuestra sociedad y cuál ha jugado en el pasado, los contenidos de las diferentes doctrinas religiosas... sin afirmar que hay que profesar esa religión, creer sus afirmaciones, interiorizar sus contenidos como guía de nuestra vida, cumplir sus preceptos, participar en sus ceremonias.
¿Tan difícil es de entender la diferencia? Francamente, no me creo que todos los que defienden el adoctrinamiento religioso en la escuela sean incapaces de captarla.

Anónimo dijo...

2. Como le ocurre a nuestro anfitrión, tengo formada una idea muy clara de la cuestión: no necesito saber qué hacen en otros sitios.

No obstante, algunos ejemplos: en Cuba afirman oficialmente -y enseñan a los niños- que dios no existe y no deben creer en él. Eso está mal. En Irán enseñan a los niños que dios se llama Alá, que Mahoma es su profeta y el Corán su palabra, y que eso y no otra cosa es lo que deben creer. Eso está mal también. En Francia no adoctrinan religiosamente a los niños. Eso está bien.

Anónimo dijo...

3. Ningún gobierno de nuestra actual democracia ha tomado ni una sola medida contra los derechos de las religiones cristianas, ni contra los de ninguna otra.
Reto al anónimo comunicante a que contradiga con ejemplos esa afirmación.

Yo puedo contradecir una suya, sin indagar, con dos radiantes ejemplos: don José Bono y don Francisco Vázquez, fervientes cristianos y miembros destacados del PSOE.