lunes, 22 de octubre de 2007

Edades y nóbeles


El conflicto psicológico que causa cumplir años y más años conduce a menudo a maniobras relativistas de distracción. Así que pensaba yo el otro día que qué eran unas pocas décadas, que pueden contarse con los dedos de una mano, al lado de los siete mil años (por lo menos) de andadura de un lendakari al frente de su Pueblo o los cientos de millones de años de aventura de los mamíferos sobre nuestro planeta. En fin, que retrocediendo más y más acabé recordando el nombre de Clair Patterson (recomendable recurrir a la fuente original), científico americano a quien debemos la más exacta medición de la edad de la Tierra: 4.550 millones de años (con un margen de error de 70 millones, por exceso o por defecto). Patterson expuso sus cálculos en 1953 y medio siglo después su aproximación se sigue considerando correcta. Debemos también a Patterson el desarrollo del método de los testigos de hielo que se usa hoy en los estudios paleoclimatológicos y, lo que es más importante, la eliminación del plomo de los combustibles, que consiguió tras embarcarse en una lucha personal y desigual contra poderosísimas corporaciones industriales, que usaron métodos directamente mafiosos para acallar sus denuncias (al estilo de lo que suelen hacer todavía las tabacaleras, y que tan bien se describen en The Insider). Clair Patterson murió en 1995. Jamás ganó el premio Nobel. Uno piensa en Kissinger, en Arafat, en Pérez Esquivel, en Menchú o en Gore y se le abren las carnes.

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