jueves, 14 de junio de 2007

Los tiempos están cambiando


La mujer nació y vive en la costa, en una población cercana a Hiroshima. Sin duda, la vio encenderse un día de agosto de hace ocho años. El niño es su nieto y nació en Tokyo, después de la guerra. De Hiroshima oirá hablar muy pronto. No es el típico conflicto entre generaciones lo que en 1953 filmó Yasujiro Ozu. Con Tokyo monogatari hizo uno de los dibujos más lúcidos, sobrios y conmovedores que nunca se hayan trazado sobre un cambio de época, uno de los más brutales cambios de época jamás producidos, el que ocurrió en Japón después de 1945. Lo viejo y lo nuevo por algún tiempo juntos. Los viejos, conscientes de que ellos tienen que morir para que vivan los jóvenes. Cambios que siempre se ven mejor desde lejos, como William Wordsworth miraba desde Inglaterra la Revolución Francesa: "Fue una dicha estar vivo en aquella aurora. Ser joven fue el mismo cielo". Pero toda aurora nace del ocaso de algo. En Ozu, el ocaso está lleno de serenidad y belleza y en la aurora se adivina ya el germen de su propia destrucción.

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