Crotalogía o ciencia de las castañuelas
A J. le había parecido siempre que los tratados musicales abusaban de la paciencia del lector, que aun siendo un erudito o un consumado perito en la materia, necesitaba de un cargamento de vitaminas para mantener el pensamiento lógico en alerta con la disciplina que requería penetrar en los abstrusos laberintos de la armonía, complicada con la jerga más absurda que a gremio alguno se le hubiera dado crear. Bien estaba que la naturaleza abstracta de la ciencia musical exigiera de un rigor terminológico y de una formulación científica vedados a la mayoría y a los que había que acceder por niveles progresivos de adiestramiento, mediante una adecuada ordenación didáctica, pero a qué esa proliferación de ejemplos inanes, desafíos irresolubles y frases ininteligibles encadenados como anacolutos en la prosa de los novelistas más incompetentes. Por eso, fue para él un gozo que S. le descubriera la Crotalogía o Ciencia de las castañuelas, tratado del siglo XVIII debido a Francisco Agustín Florencio en que se hacía una recta composición del modo más adecuado de tocar las castañuelas, sin que la transparencia del discurso afectara a su rigor y aun a la belleza de sus expresiones. Lo habían leído una mañana de lluvia, sobre las sábanas aún calientes y desordenadas, intercambiando sonrisas y caricias, y J. creyó que aquello era un recurso más de la ciencia de la pedagogía, que dice que con agrado el conocimiento se hace más profundo y duradero. En adelante, J. no olvidaría nunca los axiomas del Capítulo II:
Axioma I. En suposición de tocar, mejor es tocar bien que tocar mal.
Axioma II. Toda tocación de castañuela hecha según reglas, es preferible a la que se hace sin conocimiento de las leyes y reglas crotalógicas.
Axioma III. La mejor tocación es la que mejor se adapta al son de la guitarra, a la música de las seguidillas, y al genio del bolero.
Axioma IV. El bailarín que toca las castañuelas hace dos cosas; y el que baila y no toca, no hace más que una cosa.
Axioma V. Un mismo cuerpo no puede a un mismo tiempo tocar y no tocar las castañuelas.
Axioma VI. El que no toca las castañuelas, no se puede decir que las toca bien ni mal.
Tan provechosa le pareció a J. la instrucción en la ciencia crotalógica, que una vez vuelto a la rutina trasteó por las bibliotecas virtuales hasta hallar una Impugnación literaria a la crotalogía erudita o ciencia de las castañuelas, que había visto la luz en Valencia como respuesta a la obra de Florencio el mismo año de 1792. La había escrito en estilo de carta Juanito López Polinario, y aunque el remitente exponía un buen número de argumentos no tanto impugnadores cuanto complementarios del tratado original, J. se quedaba con el ejemplo soberbio que hacía de la crotalogía una ciencia democrática, tan accesible al gran especialista como al aficionado común. Y es que López Polinario no había tenido más remedio que reconocer la justeza de las apreciaciones de Florencio en la "Parte I. Libro II. Sección I. Tratado I. Artículo I. Capítulo III. De la crotalogía, pág. 60". Lo cual se aprestó a comunicar de inmediato a S., tan seducida como él por el hallazgo de sustancia tan útil para el músico desprejuiciado y sabio de nuestro tiempo.
Dios nos la depare buena en la impugnación de este Capítulo en que trata Vd. del tirirá-ti-ta. Todo pura práctica, y en su consecuencia muy expuesto para un teórico, mayormente cuando en este punto de tirirá-ti-ta tienen votos todos y cualesquiera boleros, todas y cualesquiera naciones, y de todos y cualesquiera idiomas, porque cuando se vaya traduciendo esta obra de crotalogía en latín, en francés, en inglés, en alemán, en griego, en hebreo y en arábigo; verá Vd. que cada autor usará de aquel idioma respective a que traduce la crotalogía, pero en llegando al tirirá-ti-ta, si que habrá notas curiosas y eruditas sobre si la primera i es larga y la segunda breve, si esta letra se ha de pronunciar como doble, y aquella como sencilla, si aquí hay diptongo y allá triptongo, si se ha de abrir la boca media pulgada y dos líneas, o si una vara y tres cuartas, y cosas semejantes, pero en lo que toca al tirirá-ti-ta siempre será tirirá-ti-ta, in terminis entre todos los boleros de todas las naciones y de todos los idiomas; tan general, tan seria, y tan precisa es la fuerza de la expresión bolérica crotáloga o crotalógica, de manera que en esta parte, hablando un crótalo-bolero de su profesión en su lengua, es entendido igualmente, tanto por el nacional como por el extranjero, o por pasiva, lo mismo le entenderá el uno que el otro. ¡Fenómeno maravilloso! ¡Extraordinaria virtud! ¡Prenda especial de la crotalogía!
1 comentario:
Pues sí, querido, los que tocamos las castañuelas sabemos que el toque de bolero es el toque de bolero lo escriban como lo escriban. Y si encima lo estás bailando, no te caben dudas. Beso
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