miércoles, 6 de julio de 2005

Saltos

Los hay al Infierno. Y al Paraíso. Hay recuerdos demasiado absorbentes. Que te envuelven y te atrapan en una red espesa de referencias múltiples y ubicuas. Presencias difusas. Sombras incompletas. Ruidos familiares. Gritos silenciosos. Fuegos fatuos que marcan los lindes del camino. Olvidos que nunca llegan. Sueños ondulantes, que te acechan permanentemente, acodados junto a ti en la barra del bar o sonriéndote desde la pantalla del televisor, esperando pacientemente a que bajes las defensas. Y luego están las palabras, que salen y entran, entran y salen como los alevines en las redes de los pescadores. A menudo se quedan atascadas. Pero hay veces que fluyen y colean y, aunque parezcan no decir nada, en el fondo lo dicen todo, tan torpes como siempre y sin embargo cristalinas. Basta con saber leer, no tanto en los signos escritos cuanto en la mano de quien los dibuja. Y entender que es tan delgada la línea que separa un salto de otro salto...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me acaba de recordar un post que leí ayer en el blog de escritores de la escuela de letras de madrid. Hablaba de la posibilidad de que las palabras, después de recorrer un largo camino en el tiempo, volvieran a nosotros para susurrarnos de nuevo aquello que creíamos olvidado.

Anónimo dijo...

Por cierto, hombre-araña, ¡tengo entradas para los conciertos de la semana que viene! ole ole! ¿Le veré por allí?

Paolo dijo...

Es posible que en alguno.

Anónimo dijo...

Estupendo! Yo iré lunes, martes, y miércoles.