Pasolini
Por razones profesionales, he visto en la última semana un par de veces Mamma Roma, segunda película de Pier Paolo Pasolini, producción del año 1962. Mi acercamiento al mundo del cine es demasiado fragmentario y poco riguroso como para atreverme a establecer categorías y emitir juicios de validez general. Además mi principal interés era no tanto la película en sí cuanto la música barroca (Vivaldi) que utiliza Pasolini para acompañar las imágenes. Sin embargo, me creo en condiciones de afirmar que difícilmente se encontrará en toda la historia del cine una película más emotiva que ésta, con una carga ética tan profunda y un acercamiento al concepto de lo sagrado (y digo lo sagrado y no lo religioso, que no son necesariamente sinónimos) tan sutil y lúcido.
Sagrada es auténticamente la relación que Pasolini traza entre Mamma Roma, la prostituta que acaba de desligarse de su proxeneta y ha conseguido un puesto de verduras en el mercado, y su hijo Ettore, un adolescente de 16 años y un carácter entre soberbio y ensismismado, que viene marcado por un pasado seguramente turbulento de hospicios y reformatorios. Pasolini recurre a la iconografía de la mejor pintura del manierismo italiano para desarrollar esta intensa y singular relación materno-filial: Caravaggio, Massacio, Mantegna... son adoptados con una puesta en escena que en muchas ocasiones recurre a la inmovilidad, a la que se le otorga un puro sentido pictórico. El mismo Pasolini reconoció que escogió a su protagonista masculino (Ettore Garofolo), después de encontrarlo trabajando en una taberna de Roma y aparecérsele como un personaje de Caravaggio. Además muchas de estas alusiones a la pintura del manierismo están cargadas de alusiones sagradas. Basta ver el principio, con las referencias evidentes a la Santa Cena, o la conmovedora imagen de Ettore atado a la camilla, en una mezcla entre un crucificado y el Cristo muerto de Mantegna
o la escena final, con los personajes inmóviles, la vista de Mamma Roma clavada en la cúpula del fondo, como si posasen para un cuadro o simulasen ser ese mismo cuadro.
En este planteamiento, la elección de la música alcanza un significado profundo. El Largo del Concierto para viola d’amore y mandolina RV 540 de Vivaldi impregna toda la película. La elección del timbre pastoso, afectuoso, grave, melancólico de la viola d’amore (ideal para ser escuchado en “la paz vespertina”, como diagnosticó Leopold Mozart) termina de completar la mirada profundamente ética y compasiva de Pasolini sobre sus personajes, mirada que eleva el drama de la protagonista, una Anna Magnani como nunca la había visto, sencillamente espectacular, a un plano trascendente, capaz de representar el drama humano en toda su extensión. La utilización en un par de escenas del Largo del Concierto para fagot RV 481 crea una sensación de continuidad con la atmósfera general de la obra. No así el movimiento lento del Concierto para flauta sopranino RV 443, que se asocia a la irrupción con absoluta crudeza de Carmine, el antiguo proxeneta de Mamma Roma (y acaso el padre de Ettore), en la vida de la protagonista. No es casual. Pasolini conocía a la perfección los efectos perturbadores que el timbre de un instrumento agudo puede ocasionar en un entorno de sonoridades graves. Se trata simple y llanamente de la profanación de lo sagrado.
3 comentarios:
¡Fffiuuiiiiii! ...cuando escribe Ud. este tipo de crítica o reflexión me entra un tic involuntario en forma de reverencia...
Saf ;-))
(Y después de ésto sólo me queda hacerme con la peli pa ver que no-miente-Ud.-como-un-bellaco... con amor -eso sí-, con amor...)
Va por delante que no he visto la película, aunque sí bastante Passolini para saludar en lo que vale el empleo de la palabra "sagrado", que es de las que conviene economizar pero aquí está plenamente justificada.
Sin embargo ¿ética? ahí no estoy tan seguro. Tengo para mí que la mirada profundamente compasiva y abarcadora de ese cierto modo de gran arte al que Passolini pertenece está más allá de la ética, es otra cosa; unos sentimientos no me atrevo a decir mejores -aunque en el fondo lo creo- pero sí imprescindibles.
No sé, seguramente habrá un componente ético específico aquí que no conozco... el caso es que me ha chirriado la palabra.
No es mala objeción. Si le soy sincero, yo también traté de dar algunos rodeos para evitar la palabra, pero al final caí atraído por su poder de sugestión. Sí, creo que en 'Mamma Roma', Pasolini no lanza a sus personajes al mundo sin protección. Creo que en toda la película revolotea un orden ético que está por encima de ellos y nos da la medida de su valor.
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