jueves, 8 de julio de 2004

El clave bien temperado

El "Antiguo Testamento de la música para piano" en palabras de Hans von Bülow es en realidad un experimento científico, que en manos de su autor se convierte en una obra de arte colosal. El primer Libro del Clave bien temperado fue compuesto por Bach en Cöthen en 1722 con la voluntad de ofrecer ejercicios en cada una de las veinticuatro tonalidades de la escala cromática afinadas satisfactoriamente (lo que no hace referencia necesariamente al temperamento igual). Los dípticos preludio/fuga resultan indisolubles, a pesar de la diversidad de su carácter y de que sus relaciones (aparte la tonalidad) se basan en parámetros bien diferentes, que afectan tanto a los temas melódicos como al ritmo.

La obra no se publicaría hasta 1801, a pesar de lo cual circuló en forma de manuscrito y fue difundida entre todos los grandes compositores de la segunda mitad del siglo XVIII, incluidos Haydn y Mozart, que la conocieron en la biblioteca del barón van Swieten. Beethoven, Mendelssohn, Chopin, Schubert, Schumann la manejaron de forma cotidiana, hasta el punto de que alguno de ellos la tocaba de memoria. El mérito de Bach fue fijar todas las posibilidades de la tonalidad y hacerlo combinando el mayor rigor en las proporciones puramente matemáticas de la música con un sentido artístico que busca perdurar en el tiempo y que le permite volcar su personalidad como artista a la vez que atendía a los distintos modelos compositivos de su tiempo (desde la obertura francesa hasta variados aires de danzas). Y, en efecto, Bach logró que su fijación de las reglas musicales perdurara aproximadamente siglo y medio, hasta la progresiva disolución de la tonalidad que se produciría en la segunda mitad del siglo XIX.

Se ha discutido mucho acerca del instrumento para el que Bach pensó la obra. Aunque en castellano suele traducirse Das wohltemperierte Klavier como El clave bien temperado, quizá fuera más correcto hacerlo como El teclado bien temperado, ya que el término "klavier" se usaba por entonces de manera genérica para designar cualquier instrumento de teclado. Es muy posible que Bach pensase en todos los que empleaba habitualmente: clavicordio, clave y órgano, ya que el piano estaba aún en pañales. Sin embargo, los grandes compositores y pianistas románticos impondrían la costumbre de tocar la obra al piano, tradición que se ha mantenido hasta nuestros días, a pesar de la irrupción en el último medio siglo del historicismo, que supuso una apertura de miras, la posibilidad de ofrecer nuevas perspectivas sobre esta música (y sobre todo las músicas), sin que ello supusiese necesariamente la condena de otras tradiciones, como desde determinados sectores hiperortodoxos se ha pretendido durante mucho tiempo.

Dos nuevas interpretaciones del Libro I del Clave han aparecido recientemente en sendas interpretaciones pianísticas de interés. Por un lado, el joven Till Fellner ha dejado en el sello ECM una versión absolutamente respetuosa con el original, sobria, austera, pero de gran elegancia, aunque alguien pueda echar en falta algo más de libertad de fraseo y de poesía en los preludios. Por otro, Daniel Barenboim, que tan poco se había acercado a Bach hasta ahora (sus Goldberg de Erato no son especialmente brillantes), y que ofrece en Warner una interpretación de gran fuerza expresiva, mucho más romantizada y exuberante que la de Fellner en ornamentación y uso del pedal de resonancia, pero respetando el equilibrio en las proporciones y la transparencia del imponente edificio sonoro bachiano.


Fellner - Barenboim Posted by Hello

No hay comentarios: